“Aprecio y política.”
Conocí a Alberto Anaya desde que era un luchador social, con una actitud impresionante, pues vivía en una pequeña casa rodeado de libros marxistas, con el objetivo de cambiar el mundo a través del marxismo maoísta, y llegué a admirarlo.
Mi admiración era por su espíritu de luchador social, y después me relacioné con él, desde el punto de vista político, cuando fui candidato ciudadano a gobernador del estado; para mí, Alberto era un hombre admirable que se basaba en aquella frase atribuida a Flores Magón, uno de los grandes anarquistas de México: “qué me importa estar en contra del derecho, si estoy del lado de la justicia”.
En su relación con la UANL lo consideré un hombre honesto con una ideología socialista que le permitía sostener a un grupo social muy importante y tener además una fuerza real en la sociedad y en la propia universidad; por eso el presidente Echeverría me pidió que le ayudara a incorporarlo al sistema. Así nació una clínica, una escuela, una maquiladora, con la que me ayudó el licenciado Alberto Santos y una escuela preparatoria que todavía sobrevive.
En fecha posterior y con ayuda de Raúl Salinas Lozano formó un partido político, el Partido del Trabajo (PT) y empezó a desempeñarse con éxito en la política militante, pues es un hombre inteligente y preparado.
Después me tocó ser candidato ciudadano, porque nunca he estado de acuerdo con su ideología, a la gubernatura del estado de Nuevo León, y allí empezó la diferencia entre el famoso Beto social y el Beto político que, apoyado por el presidente Salinas, aprovechó todas las instancias de carácter financiero para fortalecer su partido político.
Ahora, Beto y Lupita, su esposa, están envueltos en un problema, pues hicieron un sistema de educación que fue muy exitoso y ganó premios internacionales de educación inicial, pero una cosa es el Partido del Trabajo y otra el sistema educativo, y aunque estoy seguro de que Lupita no tomó dinero, sí deben entender que la estructura administrativa de los Cendis debe diferenciarse de la política e informar normalmente a la Secretaría de Educación de sus ingresos y sus logros.
Los exhorto a que aclaren las cosas, porque los Cendis que manejan son valiosos y tienen que continuar, al margen de cualquier actividad política.
Descartes: Pienso, luego existo… Debemos diferenciar la política de la educación.
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