“Los europeos tenemos nuestro destino en nuestras propias manos”, declaró recientemente la canciller alemana Angela Merkel, en respuesta a las imprudentes críticas de Donald Trump hacia su persona y hacia la OTAN. La frase pudiera interpretarse sólo como una respuesta cualquiera entre gobernantes, pero tratándose de la mandataria del país más poderoso de Europa y cuarta economía del mundo, pudiera también leerse como un diplomático “no te metas en nuestros asuntos”, un helado bautizo de política internacional al mediático presidente electo estadounidense, quien si bien ha sido un exitoso empresario, como estadista todavía tendrá bastante que aprender, aunque tal vez se lleve a muchos entre las patas.
“El ave canta aunque la rama cruja, como que sabe lo que son sus alas”, dice el verso del bardo mexicano Salvador Díaz Mirón y la declaración de Merkel me lo recordó, pues bien sabe ella que sus alas están en la probada capacidad productiva del pueblo alemán, dado que hoy la productividad es resultado no solo de contar con las mejores máquinas, que cualquiera puede comprar, sino también de la disciplina, la educación y la capacidad organizativa de quienes las operan.
Estos atributos preponderantes de la cultura alemana, pueden desglosarse en algunos rasgos generales que los caracterizan hacia adentro y hacia afuera de sus fronteras. Valoran mucho el tiempo y por lo tanto son muy puntuales, son directos y honestos, tienen un alto concepto del trabajo como valor, son correctos en su trato, son ordenados y siguen las normas, son futuristas y fríamente objetivos en sus juicios, son nacionalistas profundamente orgullosos de su país y sus costumbres, son solidarios y apoyan los proyectos sociales, tienen un alto sentido de comunidad y del bien común, todo esto sin mencionar su proverbial alegría típica de los festivales de cerveza y del deporte.
Esas son las alas de Merkel y ante las amenazas de Trump, cabe preguntarnos: ¿cuáles son las alas de nosotros los mexicanos?
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