Le faltan manos al señor para taparse ojos, oídos y boca
Entre las expresiones de arte y protesta de esta segunda semana del paro en el Instituto de Artes circuló la caricatura del rector cubriendo sus ojos con sus manos acompañada del texto: “¿Por qué el rector Octavio no quiere ver lo que pasa en el IA?”.
La pregunta abierta, quizá retórica, resuena entre las consignas de la protesta estudiantil. Hidalgo no es famoso por tener mucho movimiento social, por el contrario, nos conocen por ser una población apática. Tampoco existe una tradición de organización universitaria por un movimiento social. No es para nada común tener uno de los institutos de nuestra máxima casa de estudios en paro; entonces la causa de este que corre llama el interés.
Creo probable que el rector no conozca la historia de los sucesos del paro, porque prefiero creer en la ignorancia antes que en la omisión. El paro inició por la inconformidad con la elección de la nueva directora del instituto, es cierto, pero tras ello han salido a la luz una serie de denuncias (no pocas) sobre abusos de tipo físico, psicológico y hasta sexual de parte del cuerpo docente hacia la comunidad de estudiantes. La gravedad de los hechos no da cabida para ignorar tales denuncias y dejarlas en el olvido. También se han sumado denuncias de profesionistas que han egresado de dicho instituto, lo que significa que son hechos que llevan sucediendo varios años. Para que estos sucesos hayan pasado desapercibidos se requiere que haya sucedido la normalización de esas formas de abuso, la complicidad de una comunidad, el silencio de las víctimas y una historia de impunidad previa. Todo ello dentro de las instalaciones de un instituto de una universidad cuyo lema es “amor, orden y progreso”.
Además de la imagen del rector Octavio Castillo Acosta cubriendo sus ojos tendría que añadirse otra cubriendo sus oídos y una más tapando su boca para no emitir una postura al respecto y evadir la reunión que tenía ya acordada con el grupo de estudiantes del paro. Le faltan manos al señor para taparse ojos, oídos y boca, pero más para actuar de manera ética y congruente con los principios que enarbola la universidad.
