Política

Cuando la lluvia pone a prueba el alma

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  • Cuando la lluvia pone a prueba el alma
  • Liz Ordaz Islas

Las intensas lluvias provocadas por la tormenta tropical Priscila dejaron una estela de daños materiales y pérdidas que lastiman a cientos de familias hidalguenses. Las imágenes de calles anegadas, viviendas afectadas y comunidades incomunicadas nos recuerdan lo vulnerables que somos ante la fuerza de la naturaleza. Pero también nos recuerdan algo más: la capacidad humana de responder con amor, con solidaridad y con unidad.

En cada desastre natural hay dolor, sí, pero también hay una oportunidad de demostrar quiénes somos. Y en Hidalgo, una vez más, ha quedado claro que cuando la adversidad golpea, la gente responde. Vecinos que rescataron a otros, jóvenes que organizaron colectas, mujeres que cocinaron para quienes perdieron todo, niñas y niños que donaron lo poco que tenían. Esos gestos pequeños, pero inmensos, son los que tejen la verdadera fuerza de nuestro estado.

Desde el primer momento de la contingencia, el Gobernador del Estado, el Licenciado Julio Menchaca Salazar, encabezó personalmente las acciones de atención y auxilio. Su presencia constante en las zonas afectadas, la coordinación con el Ejército Mexicano, la Guardia Nacional y Protección Civil, y su mensaje de cercanía y acción inmediata, dieron certeza a miles de familias. En los hechos, no en los discursos, se refleja un gobierno que escucha, que actúa y que acompaña.

Sin embargo, ningún esfuerzo gubernamental tendría sentido sin el corazón solidario de la ciudadanía. Porque los desastres naturales ponen a prueba no solo la infraestructura, sino la conciencia colectiva. Y ahí es donde las y los hidalguenses siempre damos ejemplo: cuando un hermano cae, lo ayudamos a levantarse; cuando una comunidad sufre, otra acude a su encuentro; cuando hay pérdidas, la esperanza se multiplica.

Hoy más que nunca, debemos mantener viva esa red de apoyo y empatía. La reconstrucción de las viviendas llevará tiempo, pero la reconstrucción del ánimo comienza ahora: con la confianza, con la unión y con la certeza de que somos un solo pueblo.

Las lluvias pasarán, pero la solidaridad permanecerá. Porque en Hidalgo, ni el agua ni el lodo pueden borrar la fuerza de nuestra gente.

De cada hogar que se levanta, de cada mano que ayuda, de cada lágrima que se transforma en esperanza, nace la verdadera grandeza de nuestro estado.

Y así, entre el dolor y la esperanza, recordamos que los hidalguenses no nos rendimos: nos unimos. Porque cuando la lluvia pone a prueba el alma… el corazón de Hidalgo responde.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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