Los comicios electorales se llevaron a cabo con altos niveles de participación, pero también con agravios a la libertad de expresión.
La Red Rompe el Miedo (RRM) documentó 16 agresiones contra periodistas y registró, desde abril de 2021, 55 incidencias.
Además, los partidos políticos, responsables de conducirse bajo principios democráticos que fomenten la participación ciudadana fueron identificados como los principales agresores en el 50.9 por ciento de los casos reportados.
Pero ¿por qué debemos preocuparnos? El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas en su resolución 39/6 instó a los líderes políticos, funcionarios públicos y autoridades a abstenerse de denigrar, intimidar o amenazar a los medios de comunicación y periodistas.
También se precisa que estos ataques no son sólo retóricos, sino que exponen a los(as) periodistas a riesgos más grandes.
Por otro lado, las informaciones, ideas y opiniones sobre los(as) funcionarios públicos y candidatos(as) a ejercer cargos públicos gozan de protección bajo la Convención Americana sobre los Derechos Humanos, al estar expuestos “en un mayor grado al escrutinio y a la crítica, lo cual se explica por el carácter de interés público de las actividades que realizan”, de acuerdo a la Relatoría Especial Para la Libertad de Expresión de la Organización de Estados Americanos.
En pocas palabras, los estándares internacionales —de los que México también forma parte—, exigen que estas personas en su rol de figuras públicas cuenten con un umbral de mayor tolerancia con respecto al escrutinio público, por tal motivo organizaciones como la RRM no han cesado en su llamado urgente de que se eliminen estos patrones de violencia contra la prensa.
El pasado 7 de junio, se conmemoró el Día de la Libertad de Expresión; sin embargo, este derecho humano fundamental no se ha fortalecido lo suficiente.
Es decir, este pilar se tambalea y es tal su fragilidad que casi cualquier sacudida podría derribarlo, junto con el resto del edificio de nuestra incipiente democracia.
@nonobarreiro
