La burla en redes sociales sobre el Lenguaje Inclusivo No Sexista (LINS) solo demuestra que, como sociedad, criticamos sin conocer.
La UNESCO declara que el lenguaje no es una creación arbitraria, si no un producto que influye en cómo percibimos la realidad: si cambiamos la forma en que hablamos, naturalmente cambiará la forma en que entendemos.
Resumir todo lo que conlleva el LINS en una sola cuartilla es tarea imposible.
Por lo que, aprovecho este espacio para esclarecer brevemente las dos falacias que comúnmente llegan a mi bandeja:
“La RAE dice”: Un argumento muy usado es lo que dice la Real Academia, comandada por hombres y que efectivamente se proclama con extrema renuencia al cambio; sin embargo, su mismo diccionario inicia estableciendo que:
“las lenguas cambian de continuo, y lo hacen de modo especial en su componente léxico. Por ello los diccionarios nunca están terminados […]”.
El lenguaje es mutable y es la sociedad quien lo determina. Las academias son recapituladoras de estos cambios, más nunca sus dueñas y reguladoras absolutas.
“Ene mesque peguede en le pered”:
El controversial uso del desdoblamiento, la @, x y e. Su mutación a otras palabras que antes solo concebían lo masculino (o) y femenino (a), es un acto político para des-privilegiar el abuso del masculino genérico, el cual carece de fundamento morfológico e invisibiliza y excluye a la mujer de la historia y sociedad; además, sirve para visibilizar a las personas no binarias y en transición de género.
Recuerde esta exclusión e invisibilización sucede en nuestros medios, redes sociales, empresas, fiscalías, escuelas… De esta manera, se reivindica el lugar de quienes se desenvuelven en un mundo que les discrimina.
Aun así, LINS es mucho más profundo y no solo gramatical, por lo que apelo a leer un poco más sobre éste en manuales como los de INMUJER y Oxfam.
El lenguaje inclusivo es una puerta abierta para concebir nuestro entorno dejando atrás estereotipos, prejuicios y estigmatizaciones; no solo una mosca molesta en la pared.
@incidefemme