¿Será que nada muere por completo? Las Catrinas, están por todos lados, elegantes, alegres, divertidas, con sombreros, encajes, flores alegran la fiesta de los muertos vivos. Su creador José Guadalupe Posadas, nació en la fecha que murió. Dos mulitas, sus compañeros del taller de grabado, algunos vecinos acompañaron su féretro, permitieron que se enterrara gratuitamente en la sexta clase del panteón de Dolores, y siete años después de su muerte, no lo reclamó nadie, su calavera fue a rodar con otras anónimas, igual que la del Pensador Mexicano, José Joaquín Fernández de Lizardi y allende el mar, los restos de Antonieta Rivas Mercado tuvieron el mismo fin. Afortunadamente sus aportaciones al arte siguen vivas.
Posadas realizó miles de grabados, con ellos mostró la transición social y política del siglo XIX al XX. Los temas que refleja son variados: sucesos históricos, portadas de libros de cocina, cartas de amor. Retrataba con agudeza y sentido del humor, vive los años positivistas, donde la realidad aparece objetiva, fría. Exhibía a los poderosos y se ensañaba con ellos, más contra Porfirio Díaz, pero también a las huestes de Emiliano Zapata. En blanco y negro con sus medios tonos creó un estilo que influyó en los pintores, distante a la academia.
José Clemente Orozco lo admiraba: “detrás de la vidriera que daba a la calle, yo me detenía encantado por algunos minutos, camino a la escuela, a contemplar al grabador, cuatro veces al día, a la entrada y salida de las clases, algunas veces me atrevía a entrar al taller a hurtar algunas de las virutas de metal que resultaban al correr el buril del maestro sobre la plancha de metal”.
Posadas abre la puerta al arte moderno mexicano, según el pintor Jean Charlot. Otros artistas como Rodríguez Lozano, Diego Rivera afirman que se puede comparar con Goya y hay quien dice que se adelantó al Guernica. Para Octavio Paz, Posadas fue la primera figura americana de alcance universal en el dominio de las artes plásticas.
La muerte nos acompaña, es ingrata, traicionera, los mexicanos nos burlamos, festejamos, brindamos con ella. Podrán tirar los huesos al olvido, borrar los rostros, pero las obras viven y trascienden como las Catrinas que hoy admiramos. Carpe diem.