¿Es difícil comprender o sentir el arte? Abrir los ojos y no desatar la lengua, propone Gombrich, en su libro de Historia del arte. No se refiere a guardar silencio, ni a dejar de manifestar ideas, sino de regresar a la contemplación, aventurarse a ver con ojos limpios, cuando se está frente a un cuadro. Si trascendemos su tesis a la vida cotidiana, el resultado sería inimaginable.
Recuerda en su infancia a qué jugaba. Ser pirata, bailarina, bombero, mago, escapista, lanzarse a las aventuras de conocer el mundo en un globo aerostático, entrar en una burbuja, o en una pompa de jabón para flotar, hacer un barquito de papel y dejarlo ir en un pequeño riachuelo, confeccionar vestidos a su muñeca, andar en bicicleta, jugar a la lotería, a los quemados, a la cuerda, a las escondidas y quedarte más tiempo con tu amiguito especial. Estos juegos parecen del jurásico, escribo y como moscas llegan más recuerdos.
En la historia personal, profunda, íntima creamos instantes que nos acompañan siempre. A veces regresamos a un sitio especial y dejamos testimonio para un tiempo postrero. Este verano al pequeño Matheo lo nombré caballero andante, leímos las aventuras de una niña que no la dejaban ser pirata, nadamos en aguas mediterráneas, cantamos Devuélveme a mi Chica de Hombres G, bailamos el Sirenito de Rigo Tovar en el puerto de la Torre ¿Qué sensaciones quedarán en su casa corazón?
Mirar con la piel el arte y la naturaleza, nutre los sentidos, confronta la manera de ver el mundo del artista con la propia, va forjando identidad, pertenencia. No basta con nombrar algo para que exista, es necesario expresar, sentir, despojarse de etiquetas, dialogar con la propuesta y encontrar el gozo. Desatar a la “loca de la casa” la imaginación, de que hablaba Santa Teresa, vital para crear sociedades más justas y armónicas. Ahora que el agua arrasa poblados, y los hoyos nos carcomen, resucitaron el Festival Internacional en la Costa del Seno Mexicano, y el Internacional de Jazz, asista a las plazas, al teatro, descúbrase en las muestras, en los ensambles, en los ritmos. Permítase, llorar, reír, ser niños, ejercite su criterio, construya recuerdos. Si las calles se caen, necesario es avivar el fuego del espíritu. Disfrute. Carpe diem.