¿Recuerda un momento de locura, con seriedad estoica? Leí que había muerto el escritor checo Milan Kundera, y el librero me aventó “El libro de los amores ridículos”, lo abrí y con la primera historia, el entrecejo de la frente se había disipado, una sonrisa llegó como tinto de verano, igual que un colibrí que salta entre las flores picando el néctar.
Me fui a lavar el carro y el libro se fue conmigo, unas personas saludaron, seguí leyendo y esta vez me salió una carcajada. Como estaba en un sitio público, mire a mi alrededor para no ofender con mi estruendosa risa.
Las buenas conciencias, siempre vigilantes, aparecen cuando menos te lo esperas; entonces bajé el libro, porque en la portada tiene una pintura de Picasso: “Mujer con medias verdes” que muestra sólo la desnudez de una dama, que ha pasado por varias etapas, manos, lenguas, y te sigue a seducirte.
Milan Kundera tiene un sentido del humor, en esta novela que transgrede lo sofocante que puede ser el amor; es divertido para este tiempo de campañas o no campañas de dimes y no diretes, de huipiles, y bailes grotescos.
Fue escrito en la época que él mismo dice fue más feliz, entre 1959-1968. Hay una agudeza perceptiva en las siete historias, con minucias entre los personajes muy sutiles que muestran su crítica al totalitarismo. Presenta dos caminos para desatar los
nudos: ser aniquilados o ser obedientes.
Cuando los rusos llegaron a su país, según la revista Rolling Stone, recibió una visita inesperada de Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, Julio Cortázar.
Estos cuarentones le llevaron el júbilo latinoamericano, en momentos tensos, de sentir el pie en la garganta, en la pluma y la entrepierna.
También encontró una narración poética, mágica, libre en la novela “Cien años de Soledad”. En la primera traducción al checo, él escribió un posfacio que fue censurado.
Tiempo después, al abandonar su país, sólo llevaba lo que cabía en un Renault 5, libros y las pruebas de imprenta de ese posfacio.
A Kundera lo relaciono con Nabokov; ambos emigraron, escribieron su obra en otro idioma, en francés e inglés respectivamente. Cultos, amantes de la música, del arte. Se volvieron a construir a pesar de su circunstancia.
Si cree en Dios, lea; si no, lea; le refrescará los días y la mente. ¡Hasta pronto, Milan Kundera! Carpe diem.