Aunque reconozco que existen diferencias de fondo entre cómo gobernarían Xóchitl Gálvez y Claudia Sheinbaum, me llaman la atención las amplias coincidencias en temas socioeconómicos. Pueden existir matices, pero el modelo de López Obrador parece que se mantendrá en gran medida, sin importar quién gane.
A diferencia de otros países, nuestro modelo socioeconómico actual no parece estar en juego en las elecciones. El caso de Argentina es muy ilustrativo para ver los contrastes que pueden existir. La visión de Javier Milei, eventual ganador, y la de Sergio Massa, candidato del partido en el poder, no pudieron ser más distintas. Milei propuso austeridad y un libre mercado en esteroides, mientras que Massa ofreció más subsidios y un fuerte control estatal de la economía.
En México, las dos candidatas punteras difieren poco en sus posturas socioeconómicas. Ninguna está planteando incurrir en elevados déficits públicos o contratar altos niveles de deuda. Ambas parecen coincidir en la importancia de mantener la inflación bajo control y están dispuestas a respetar la independencia del Banco de México.
Lo cierto es que, pese a la retórica antineoliberal de López Obrador, el marco macroeconómico que ha predominado en el país en los últimos 30 años se apega a esta ideología. Sus principales pilares: disciplina financiera, libre mercado y apertura comercial, se han mantenido relativamente constantes a lo largo de este periodo (con algunos matices dependiendo de la administración) y todo indica que permanecerán ya sea que gane Xóchitl o Claudia. Ambas, por ejemplo, han hablado de reforzar el T-MEC cuando entre a revisión en 2026 y buscan aprovechar la oportunidad del nearshoring.
En lo social, los programas de López Obrador también parecen firmes. No hay cuestionamientos sobre si deben continuar o no y, si hay diferencias, son en qué tan generosas van a ser las candidatas a la hora de ampliarlos. Ninguna habla de frenar el aumento del salario mínimo o de reducir los beneficios de los pensionados, por ejemplo.
En otros temas relevantes también hay coincidencias. En lo ecológico, las dos buscan transitar hacia energías renovables y están comprometidas con sacar a Pemex adelante. Ninguna habla de medidas radicales para enfrentar los enormes problemas que enfrenta la empresa productiva del Estado. Otra semejanza es la falta de detalles en cómo piensan financiar el mayor gasto relacionado con sus propuestas.
Por supuesto que existen diferencias de fondo entre las dos candidatas fuera del ámbito socioeconómico. En el caso de Sheinbaum, el mayor temor es que su gobierno continúe la tendencia antidemocrática de López Obrador, eliminando contrapesos (capturando la Corte, por ejemplo), marginando los órganos autónomos y debilitando a los árbitros electorales.
Quien haya visto el debate del domingo puede pensar que existen visiones socioeconómicas muy distintas entre las candidatas. No es así.