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¿Quién ganó en la consulta?

López Obrador no consiguió el resultado que quería con la consulta de revocación de mandato, pero tampoco la oposición. Contrario a cómo lo están manejando las partes en los medios, nadie puede cantar victoria… ni tampoco derrota. 

El Presidente no obtuvo la participación deseada. Menos de 18% del electorado votó, lejos del 40% que se requiere por Ley para que la consulta sea vinculatoria. Esa era la meta y seguro que no está contento de haber quedado a menos de la mitad de alcanzarla. 

Para muchos, la baja participación ciudadana es muestra del fracaso del ejercicio y prueba del disminuido poder de López Obrador. Difiero. Al igual que los resultados no fueron muy favorables para el Presidente, tampoco lo fueron para la oposición. 

No hay que olvidar que esta era una votación más que nada simbólica: el resultado se conocía desde un inicio. No había razón para salir a las urnas y la oposición hizo campaña abiertamente para que la gente no lo hiciera. Es verdad que Morena impulsó la participación, en ocasiones violando la Ley y utilizando las viejas tácticas priistas de acarreo: seis de cada 10 votantes eran beneficiarios directa o indirectamente de algún programa social del gobierno. 

Pero a diferencia de una elección presidencial, en la que los votos tienen consecuencias, la motivación para votar en esta ocasión era reducida (fuera de los beneficiarios). No había nada en juego. Además, la infraestructura electoral no fue igual a la de una elección presidencial. Se instalaron apenas 30% de las casillas de 2018. Hubo gente con ganas de votar que no encontró dónde hacerlo. 

Bajo este contexto, no me parece mala para López Obrador la participación de 18%, sobre todo tomando en cuenta que más de 90% de los electores se pronunciaron a su favor. La dimensión se hace más notable cuando traducimos los porcentajes en número efectivo de votos. Más de 15 millones de mexicanos se manifestaron para que el Presidente termine su mandato. La oposición puede argumentar que es la mitad de los votos que recibió en la elección de 2018 pero, dadas las circunstancias, no es menor. Son más votos de los que obtuvieron Anaya y Meade en esa elección.

Si la oposición esperaba ver a López Obrador derrotado por la consulta, debe estar decepcionada (aunque no lo demuestren públicamente). Igual se debe sentir el Presidente si esperaba aplastar a la oposición. Ambos tienen motivos para preocuparse. Ninguno puede cantar victoria. 

Un claro ganador fue el INE y, en consecuencia, el país. La votación se llevó a cabo sin violencia y con escasas irregularidades. Un modelo de elección. El problema es que no hay garantía de que se repita en el futuro. El Presidente ha hecho todo lo posible por desacreditar al INE. Reclama que no instaló más casillas, pero no menciona que su partido no le dio el presupuesto necesario para hacerlo. Lo critica de “boicotear” la consulta, pero al mismo tiempo califica la elección de un éxito. La ironía es apabullante.

Julio Serrano Espinosa

juliose28@hotmail.com

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