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La oposición está perdida (y no lo sabe)

Viendo la reacción de la mayoría de los políticos y la comentocracia de oposición sobre los resultados de la elección del 2 de junio, me viene a la mente la famosa frase de la revista The Economist: “No entienden que no entienden”. No parece haber un examen de conciencia de la paliza que les propició López Obrador. La postura inmediata ha sido gritar fraude. 

Un elemento clave que ha contribuido a la falta de introspección es el enojo, un pésimo consejero. No puede ser más apropiado el dicho popular de que “el que se enoja pierde”. Fue imposible generar un diagnóstico objetivo durante la campaña y ahora un análisis profundo de la derrota cuando la fuerza que domina a buena parte de la oposición es la cólera. 

Es evidente que la oposición demostró estar perdida en cuanto al pulso de la población. Mientras se rasgaban las vestiduras en defensa del INE y la Suprema Corte (temas cruciales, pero evidentemente no prioritarios para el electorado), lo que le importaba a la mayoría de la gente era su bolsillo y el reconocimiento por parte de sus líderes políticos de que merecían ser tomados en cuenta; en otras palabras, dejar de sentirse invisibles. López Obrador entendió perfectamente estas necesidades y gobernó acorde.  

Otro error fue menospreciar a los votantes y asumir que cualquiera que votara por el partido oficial era ignorante (o tonto) porque, según ellos, estaba actuando contra lo que era bueno para México. Este desdén se siente y se transmite, generando una mayor desconexión. La realidad es que los votantes de Morena han visto beneficios tangibles en sus vidas durante el sexenio de López Obrador: los adultos mayores vieron sus apoyos multiplicarse por cinco, por ejemplo, y los trabajadores que ganan el salario mínimo sus ingresos multiplicarse por casi tres (ambos en términos nominales).

Con una diferencia de casi 20 millones de votos entre Sheinbaum y Xóchitl, resulta increíble que la oposición siga enfocándose en un supuesto fraude masivo. Si bien hubo irregularidades (como las hay en cualquier elección), la magnitud de la diferencia de votos indica que este no fue el problema de fondo. La oposición fue vapuleada. Así de claro. Subestimó el hartazgo de la población con los partidos tradicionales. 

La ausencia de un mea culpa entre los líderes de opinión y los políticos de la oposición también es de llamar la atención. No hay un perdón por su pésima lectura del sentir del electorado ni por su equivocada estrategia electoral. No se han dado cuenta de que este no es el México del pasado. ¿Por qué tomaron a todos por sorpresa los resultados del 2 de junio?

Antes de la elección muchos alabaron a la alianza y a la candidata como los artífices de una victoria. Sin embargo, tras la derrota, se han convertido en críticos sin reconocer sus propias fallas. Se requiere humildad para hacerlo y al parecer pocos gozan de esta virtud. ¿Por qué no hacer una pausa (una veda) para reflexionar sobre sus estrategias y su desconexión con la población?


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Julio Serrano Espinosa
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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