Para la humanidad entera, pero más para la política y las y los periodistas, las redes sociales y las plataformas digitales pudieran significar lo que va de lo necesario a lo irrelevante, de lo digno a lo indigno, del decoro al descaro.
¿Hacia dónde vamos con esta tormentosa moda? ¿Será pasajera? ¿Hasta cuándo? ¿O llegó para quedarse?
Para analistas, sean académicos o no, científicos o no, expertos o no, la era digital, incluida desde luego la telefonía, está siendo un cuchillo de doble filo: nos facilita muchas cosas útiles a nivel individual y colectivo, pero también daña y perjudica grandemente, haya o no razón, sea cierto o falso lo que a través de redes y plataformas se transmita.
Cada uno de nosotros podría narrar una experiencia propia o de terceras personas.
Y sería venturosa o desgraciada. Así es la realidad, de claroscuros, tonalidades grises y, desde luego, llenas de color, alegría y vida.
Pues bien. Este comentario es para contextualizar lo que, en redes, sin importar cuál haya sido, miles de coahuilenses supieron de un evento que, siendo privado y familiar, se trasladó al dominio público y ya en este campo desatar críticas negativas, burlonas, ácidas, razonadas, inteligentes; el verbo chingar aquí aplica en sus múltiples acepciones de nuestra lengua en México.
Así es.
Algo que debió ser un hecho trascendental –quizá lo sea en la intimidad de sus protagonistas- se convirtió en la comidilla; o más bien, en el desahogo de buena parte de la comunidad académica de la Universidad Autónoma de Coahuila.
Docentes, empleados, estudiantes y con certeza algunos directivos, se comieron al rector Octavio Pimental Martínez. A “Pime”, porque se casó, se matrimonió, organizó la fiesta y celebración más pomposa que pudo haber imaginado y disfrutó de una tarde noche espectacular, llena de lujos hasta en los detalles menos importantes.
Decían los clásicos “echó la casa por la ventana”. Algo fastuoso, faraónico en tierras de dinosaurios.
Y no es que esté prohibido casarse, organizar una boda a todo lo que diera lugar, no.
E invitar a cuánta gente quisiera que llegar al bodorrio, tampoco. Ni gastar una fortuna, menos.
No, la libertad de lo lícito está garantizada en México, claro.
Lo que no se vale es que, al encabezar el complicado presente y la retadora actualidad de la vapuleada Universidad Autónoma de Coahuila, presuma lo suntuoso de sus nupcias y, de paso, el gobernador Manolo Jiménez quede exhibido.
Repito: no es un delito hacer lo que hizo.
Pero como para todo hay un momento, o debiera haberlo, el rector de la UAdeC debió guardar las formas.
Desde que llegó al cargo –impuesto, obviamente- dijo que su rectorado sería “menos traje y más jeans”.
Una expresión con la que buscó acercarse y romper lo helado de una relación con, principalmente, el alumnado que se opuso a su designación-
Serios cuestionamientos lo señalaron en puntos sensibles.
No importó, “Pime” fue electo.
Los traspiés financieros en la universidad, la falta de recursos, su clamor al gobierno federal para que la apoye, los altos sueldos de unos cuantos, la permanencia de “aviadores” (que los hay, sin duda), los señalamientos de corrupción contra autoridades que lo antecedieron en el mismo puesto y desde tiempos lejanos, la grotesca impunidad con que se retiraron, la cancelación mayoritaria de créditos a la inscripción, los problemas para pagar finiquitos de quienes bien o mal cumplieron una etapa laboral en la institución, los añejos fenómenos del amiguismo, compadrazgo, cuatachismo, monarquismo familiar, la falta de una mejor infraestructura de la UAdeC en Torreón (en Saltillo es lucidora), la repetida canción decembrina de que no hay dinero para los aguinaldos, etcétera, causaron la reprobación del evento personal del rector.
No supo ser modesto, ni reservado.
En las redes sociales le echaron a perder su luna de miel. Aunque quizá optó por no saber nada. Aún así, su agasajo de viralizó, se masificó:
“Por si no los invitaron, raza…”. “Lo cual no es correcto, porque entre todos pagamos esa boda. Muy lujosa, por cierto.
El gasto ya asciende a $2,400,000.00”.
“Asistieron desde el gober, el alcalde, el fiscal, la crema y nata del PRI, periodistas ‘de renombre’, empresarios (factureros), primos del Mono Muñoz, y hasta algunos ex… se dejaron ver por allí…”. “Pero la verdadera pregunta es: ¿Y LAS BECAS DE INCLUSIÓN?”.