La naturaleza –física- manda, y si bien el hombre la ha querido transformarla y conquistarla, el universo se expresa, se manifiesta y muestra su verdadera dimensión.
Son innumerables los casos y ejemplos en que esa naturaleza, ese mundo que nos brinda agua y alimentos, que nos aguarda, también se inconforma por y con nuestra conducta. Su fuerza nos vence.
Pero no, no entendemos sus mensajes, y seguimos atentando contra ella, la agredimos, le faltamos al respeto. Qué triste y qué inhumanos.
Y mientras más somos, más la violentamos. Y mientras más inventamos cosas, más vulnerables somos. No aprendemos.
De las especies vivas, quizá seamos la más desagradecida. Nuestras acciones influyen en cómo estamos hoy, creemos que los avances en las ciencias, que la tecnología, que cada etapa y generación nos sitúa en un mejor mundo y, triste realidad, el asunto no es así.
Enfermedades, fenómenos naturales, polución ambiental, cambio climático, sequías, falta de agua, su desperdicio y sobreexplotación, crisis hídrica, guerras, atentados, drogas, adicciones, suelos erosionados y contaminados; y agregamos corrupción, racismo, invasiones, conquistas, coloniajes, exterminios, violaciones de todo, y un largo listado de más causales provocados por el hombre, nos tienen en grave riesgo, nos aproximan a escenarios muy serios de sobrevivencia. La naturaleza se está cansando, está enojada, molesta.
Nuestra querida Comarca Lagunera se encamina ¿hacia dónde? No veo una región con otros ojos que no sean de alerta, de preocupación.
Tenemos retos muy complejos y no aprecio la voluntad, ni la decisión ulterior a las meras coyunturas de parte del gobierno municipal y las dependencias del área, como tampoco de la autoridad federal en la materia.
La espectacular tolvanera del jueves, pero días antes la difusión de que en Torreón padecemos de una mala, o pésima calidad del aire que respiramos, de que la falta de agua también es seria y le pega incluso a las llamadas “zonas residenciales” (como si el resto de quienes vivimos aquí no residiéramos en la ciudad), o que supuestamente no habrá más perforación de pozos y porque además el agua solo es aprovechada por sectores pudientes, más la que se dispone se desperdicia hasta en más del 52 por ciento por el lamentable estado de las líneas de conducción, lo que ofrece es un futuro sin futuro.
Me lo advirtió mi inolvidable maestra y amiga Magda Briones Navarro. Palabras más palabras menos: “si no se corrige el problema del agua, esto irá desapareciendo poco a poco.
Parece que este problema a nadie le interesa”.
Un científico torreonense, quien solicitó el anonimato, me confió en que, incluso, al tema del agua habría que sumarle el de la contaminación.
“Además del plomo, hay elementos como los metales pesados, hay mercurio, arsénico, detergentes, aceites, plástico, sustancias químicas, etcétera.
Estamos pagando la falta de medidas pertinentes, de sanciones, nos importa poco la ciudad y por lo tanto la vida de la comunidad”. Torreón, me dijo quien realiza investigaciones y análisis industriales y químicos y es miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York, “la Laguna está infestada de contaminantes industriales que pululan en la atmósfera y que rebasan los límites permitidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS)”.
La comarca entera, comentó, ciertamente está desprovista de las bondades que la naturaleza prodiga; y sin embargo, parece que su estado enfermo no lo toma en cuenta ni el sector privado ni el público.
El primero se aferra y mantiene la explotación de agua para obtener grandes ganancias con sus procesos industriales contaminando todo, y el segundo ignora la realidad.
Solo la manifestación pública, dijo, la presión social en serio podría provocar que haya un cambio en la globalidad de la vida en la comarca. “Se trata de la vida”, subrayó.
La naturaleza se está cobrando los años de despojo y de sobreexplotación que le cargamos.