La violencia que padecemos como país, que no es nueva pero sí recrudecida en los últimos años, tiende a normalizarse.
Y esto tiene que ver con lo que los medios escritos y electrónicos nos informan, en especial los noticiarios televisivos que cada instante repiten y repiten notas sobre asesinatos, delitos, accidentes, guerras, secuestros, desaparecidos, y toda clase hechos relacionados a la crisis de inseguridad y conducta social.
La radio y la prensa escrita no están exentas.
Como sociedad, de por sí, estamos pagando un alto costo por problemas de injusticia, inseguridad y un creciente resquebrajamiento del tejido social.
Los medios de comunicación, desde luego, están para dar a conocer esa realidad.
El problema es que se olvidan de otros temas, otras realidades existentes a lo largo y ancho del país y de lo que no sabemos prácticamente nada.
Por eso, ante esa película de horror que nos presentan día a día, la Universidad Iberoamericana, o mejor dicho la Compañía de los Jesuitas de México, con el apoyo de la Conferencia del Episcopado Mexicano y la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (la población es mayormente católica y religiosa), se echaron a cuestas la organización de Foros de Justicia y Seguridad en diversas ciudades del país con el objetivo de, al convocar a la sociedad civil, animar diálogos desde la conciencia y ojos de personas de muy diferentes clases sociales, educación, trabajo u oficio buscando dar forma a una agenda nacional para la construcción de paz en cada rincón de nuestro violentado territorio.
Así, este viernes (ayer), en la Ibero Torreón, acudí invitado a participar al lado de más de 150 mujeres y hombres, de diversas edades y núcleo social, a exponer opiniones y consideraciones en esos temas.
Fue interesante escuchar a lo largo de cuatro horas, tanto de acciones que brindan confianza como de que si no somos capaces en la región y estados que nos unen, lo que llamaron “burbuja” de seguridad en cualquier momento puede ser pinchada y resurgir capítulos de violencia de gran calado.
Corrupción, deshonestidad, egoísmo, clasismo, agresividad, falta de valores, falta de profesionalismo en los cuerpos policiacos, falta de transparencia en los gobiernos, abusos en el sector privado, falta de empatía, falta de cultura vial, prejuicios, apatía, burlas, abusos, injusticias, desinformación, inconsciencia, individualismo, consumo excesivo de redes sociales, valemadrismo, y un prolongado etcétera, que es urgente desterrar para que la aparente seguridad pública de Torreón y Coahuila no empiece a deteriorarse porque, se dijo, el actual estado de cosas no es para siempre.
El proceso de paz pasaría, se argumentó, a través de mediadores sociales, de instituciones que atiendan a la población, que la honestidad ondeé, que los liderazgos naturales asuman la responsabilidad de servir, que las universidades atiendan la problemática que nos atraviesa y no sean entes aislados, que se combata el narcomenudeo (o: ¿está arreglado?).
Porque si somos una sociedad polarizada es consecuencia de la ausencia de diálogo horizontal, incluyente, plural.
Una buena dosis de solidaridad, de verdadero respeto, de empatía con el prójimo, y por qué no, de amor, tendríamos que estar promoviendo desde el hogar, la casa, la escuela, la oficina, el centro de trabajo, que florezca el vínculo sociedad-gobierno.
Se tendrá que convocar a que, con la Ibero como plataforma de reflexión y concreción de compromisos, a ver por todos con el involucramiento y participación de grupos multidisciplinarios y una prensa menos propensa al morbo y más edificante desde la riqueza y talentos de la sociedad. Veremos y diremos.