He insistido mucho en este espacio sobre lo peligroso que es politizar la seguridad. También hemos analizado en muchas ocasiones la realidad que presenta la seguridad pública municipal, estatal y por supuesto federal.
Los señalamientos, críticas y acusaciones en torno a quienes tienen la responsabilidad de la seguridad en este país no tienen ningún efecto directo ni indirecto, es decir, por señalar o criticar, los jefes policiacos de este país no van a ser más efectivos, al contrario.
Dentro de esta realidad de seguridad ni en estados y municipios se quiere asumir la responsabilidad, ya que de manera irresponsable creen que los costos políticos, sociales y económicos es mejor, por mucho, transmitírselos a la Federación y en específico a las fuerzas armadas o a la Guardia Nacional.
Gobernadores y alcaldes deben actuar más y mejor; deben de crear con sus secretarios de Seguridad Pública estrategias integrales que le devuelvan a sus gobernados por lo menos alguna esperanza. Quienes gobiernan deben enfrentar ya su realidad.
Hay muchos lugares en este país donde ya es imposible vivir; de desarrollo ni hablemos. No reconocer el hartazgo de la gente por la realidad que cada ciudadano debe enfrentar día a día sería cínico e irresponsable; sin embargo, la carga social, mediática, política y económica está en las fuerzas armadas y en la Guardia Nacional, y ahí es donde nace en el ideario colectivo que soldados y guardias nacionales son los únicos responsables.
Dentro del vox populli se ha creado la tendencia que hoy los militares y los guardias nacionales son omisos al no enfrentar a los grupos criminales. Lo anterior no tiene sustento y, a pesar de lo injusto del señalamiento, la realidad es otra; la actividad criminal en México ha tenido un incremento exponencial los últimos 16 años y hasta el reclutamiento de delincuentes, por ejemplo, ha reducido su edad, hasta el grado de tener en sus filas a prácticamente niños, quienes con tal de crecer en ese mundo se vuelven más violentos y más criminales.
Tenemos un país, por mucho, más violento y criminal.
Urge entonces que quienes tengan que responsabilizarse lo hagan; urge también quitarle el sesgo político a la seguridad, ya que de no hacerlo tendremos cada vez más eventos reales de pueblo haciendo justicia por propia mano y, por supuesto, no me refiero a grupos de autodefensas o policías comunitarias, más bien me refiero a que de por sí muy pocos mexicanos creen en sus policías y al entrar en un estado de indefensión total los ciudadanos se juntarán para defenderse.
La seguridad no puede ser de ideologías o partidos. Desafortunadamente, se ha convertido en el uso y empleo personal tanto de gobernantes como de criminales.
Sé que todo lo anterior suena no solo ingenuo, sino imposible de que suceda; sin embargo, la advertencia no está de más. Nuevamente insisto, los ciudadanos ya no pueden resistir más, debido a que los criminales se saben impunes y han incrementado y reconvertido sus actividades, sumando a ellas violencia desmedida.
Cabo de guardia
Sin duda, tantos los soldados de tierra, mar y aire, así como los guardias nacionales, no son “floreros” —como los llamó la senadora Lily Telléz la semana pasada— o bien, simples espectadores. Cada soldado mexicano sabe bien lo que debe hacer, cómo hacerlo y en dónde hacerlo; también sabe perfectamente cuál es el marco legal para hacerlo.
Juan Ibarrola C.
j.ibarrola@cadenademando.com
@elibarrola