La nueva estrategia de seguridad (NSS) presentada en noviembre pasado por el gobierno de Donald Trump, despertó diversos análisis que en suma tienen dos vertientes: la primera es absolutista y negativa por la intención hegemónica militar del gobierno americano, sobre todo en nuestro continente. La segunda es la fría y contundente de utilizar la economía como pretexto a lo que ya algunos le han llamado la nueva “Doctrina Donroe”.
De lo anterior, para algunos analistas de seguridad nacional mexicanos los focos rojos para nuestro país están parpadeando; sin embargo, desde la más profunda objetividad, este intento de cambio en el pensamiento estratégico global del gobierno americano también debe comprenderse desde la realidad de lo que hoy la relación bilateral es; debe comprenderse desde la geopolítica específica de ambos países que —sin olvidar a América Latina—, sin duda, México mantiene una mejor posición respecto a los demás países latinos.
No intenta este texto minimizar, bajo ninguna circunstancia, lo que lleva a Donald Trump y a su gobierno a presentar esta NSS 2025, ya que sin duda, además de su gran interés en América, tendrá efectos globales.
México, desde antes de la llegada de Trump, definió y puso en marcha una nueva y diferente estrategia de seguridad, la que, sin duda, era urgente y necesaria de manera interna, y que también se ha dirigido justo a enfrentar las prioridades que el gobierno americano tiene debido a que de origen son las mismas, es decir, generan para ambos países amenazas de seguridad interior y de seguridad nacional.
Su principal objetivo de seguridad es detener los flujos migratorios y México ha contribuido en mucho para obtener los resultados que en ese sentido hoy se tienen. Enfrentar a los grupos criminales como se ha hecho en este gobierno, no tiene comparación contra lo que no se hizo el sexenio pasado; desde la destrucción de laboratorios de drogas, hasta impactar en los flujos financieros de los criminales. Desde impactar a las cadenas de suministros de fentanilo y otras materias primas para la elaboración de drogas, hasta el intercambio de información de las actividades criminales en ambos países.
Las agendas diplomáticas, comerciales y de seguridad tienen grandes lazos entre ambos países. Lo interesante de esta nueva estrategia americana es que las combina como nunca y México no perderá la oportunidad de atenderlas por separado, a la vez de hacerlo en conjunto para alcanzar lo necesario para cada país.
En lo referente a seguridad, la colaboración de México con Estados Unidos quita a nuestro país de las amenazas como las que tienen hoy Venezuela o Colombia. La relación militar y naval, así como entre agencias gubernamentales de ambos países, tienen rutas definidas que, a pesar de implementarse inicialmente en cada país, en el corto plazo se encuentran para fortalecer las necesidades de seguridad acordadas con antelación para atender de manera conjunta.
Desde la Guerra Fría, Estados Unidos no se había demostrado tan revisionista como hoy. Difícil saber hoy si se acabarán las intervenciones militares prolongadas, ya que deberán demostrar que su nuevo pensamiento estratégico de seguridad no solamente será militar, sino más amplio y, sobre todo, de largo plazo, ya que demostrado está que con sus cambios de gobierno, las visiones estratégicas también cambian.
México está hoy en una posición geopolítica además de importante, coyuntural.
Las Fuerzas Armadas son parte importante en ello.