Desde América hasta Santos pasando por el Monterrey (lugar 13) nuestro torneo nos ofrece novedades y muchos aspectos sin sabor.
Nos divierte y nos defrauda según sea el caso; lo admiramos y decepciona porque siempre ofrece algo curioso.
Es necesario ser fiel seguidor de un equipo para calibrar el gusto y atracción que provoca. Si nos detenemos en los Rayados, su gente no está satisfecha con el décimo tercer lugar que poco puede presumir.
Está gozosa porque poco a poco le avisan que vendrán nuevos conquistadores de la madre patria para enseñarles a jugar mejor.
Toluca ya aprendió que su “Turco” es tan finito como el viento porque fácil se puede deshacer de ellos.
Cruz Azul bendice la salida de Anselmi (haya sido como haya sido) porque se le aprecia más cómodo con o sin entrenador oficial.
Los Tigres dicen que ya no quieren al entrenador y están bien ubicados.
El León llama la atención con o sin James, con o sin Guardado. Van aprendiendo a hacer mejor los procesos de mercadeo. Pumas y Pachuca se van a disputar un lugar preferencial en la enorme afición nacional.
A uno se le quiere por naturaleza y al otro se le estima porque al menos remueve conciencias.
Las Chivas ya no saben qué hacer con su estrella vendedora de camisetas.
Lo trajeron con lujo ambiental sin detenerse a observar si todavía existía en él la capacidad para ser futbolista. En ventas dicen que les fue muy bien.
Hay un grupito de equipos (Juárez, Querétaro, Tijuana, Mazatlán, Puebla, Atlas, San Luis y hasta Necaxa) que están pero como si no existieran.
Tienen rivales cada semana, se les pone atención por educación, porque están en el rol del calendario pero no entusiasman mucho.
Por último y al final está Santos sin santo que lo proteja. Estaba mejor cuando era peor.
El retroceso es palpable y no es cosa de mala suerte; tampoco de mala voluntad.