El gobierno de México mantiene activas 50 aduanas a lo largo y ancho del país: 19 en la frontera norte, 2 en la frontera sur, 17 marítimas en el Golfo de México y el Océano Pacífico y 12 interiores en aeropuertos y zonas terrestres. Estas instalaciones son clave para el control y facilitación del comercio exterior: procesan más de 21 millones de operaciones anuales y contribuyen con alrededor del 38% de los ingresos tributarios federales.
En el corazón del comercio exterior mexicano, las aduanas representan no solo una frontera física, sino un eje estratégico para la economía nacional. México, como principal socio comercial de Estados Unidos, con exportaciones por 144 mil millones de dólares solo hacia ese mercado en 2024, depende de un sistema aduanero eficiente para potenciar el nearshoring y el T-MEC. Sin embargo, en octubre de 2025, bajo la administración actual, las aduanas enfrentan un panorama mixto: avances en digitalización y recaudación contrastan con persistentes problemas de corrupción y contrabando. La Agencia Nacional de Aduanas de México (ANAM), dependiente del SAT, ha reportado cifras récord en recaudación. Entre enero y mayo de 2025, se captaron 593,626 millones de pesos, un crecimiento del 28.5% respecto al año anterior, impulsado por una estrategia de fiscalización y modernización digital. Este incremento refleja el dinamismo económico, con millones de operaciones de comercio exterior en 2024, un alza del 3.9%. Las aduanas marítimas, como Manzanillo y Lázaro Cárdenas, contribuyeron con el 49.7% de la recaudación total, aunque con una ligera caída del 4.4% en comparación anual.
Las aduanas mexicanas en 2025 son un tablero de ajedrez: la digitalización y alianzas como con la Confederación de Asociaciones de Agentes Aduanales de la República Mexicana, CAAAREM, fundada el 8 de junio de 1938, fortalecen la facilitación comercial, pero la corrupción militarizada y el contrabando amenazan la competitividad. La reforma reciente y la plataforma de vigilancia son pasos clave. Solo así México capitalizará su posición geográfica y el boom exportador, evitando que el crimen convierta las fronteras en botín. El futuro depende de equilibrar seguridad y agilidad en este pilar económico.
