Cultura

Razones diarias

Para recorrer el Museo del Prado en ronda de párrafos sabios escritos por Antonio Muñoz Molina y para abrazar a Virginia Woolf y callar ante Franz Kafka, murmullos con Juan Rulfo y una carcajada compartida con Carlos Fuentes por un comentario sutil de Gabriel García Márquez; pasar al estante donde Álvaro Mutis hace ídem con un verso y repetir de memoria ese párrafo secreto que comparto en dos idiomas con Joseph Conrad para celebrar la prosa de Mariana Enríquez y recomendar la lectura inmediata de Verónica Gerber, como quien proyecta en pantalla un ensayo de Pier Paolo Pasolini y verificar si los cuentos que cuenta Paolo Sorrentino son de la misma pulpa que la que destila en sus películas; pasear por el antiguo Infierno donde un Herodes con mi apellido ha destinado los libros para niños y jóvenes, sabiendo en realidad que la literatura es una inmensa barca a la que no es necesario dividir por edades lectoras, así como el hombre que se llevó en las manos La isla del tesoro y volvió a los tres días emocionado porque –a los cincuenta y dos años de edad, ya jubilado—acababa de leer –por primera vez en la vida—la contagiosa aventura de Jim Hawkins y la enrevesada sombra del pirata Long John Silver, tal como la señora –al parecer, viuda—que dedica sus mañanas al cultivo del ensayo variado y el gigante entrañable que vino de Lisboa para devorar un libro de autor ruso –de preferencia, decimonónico—aunque hemos acordado leer a dos voces y a la distancia La comedia humana de Balzac en casi una veintena de volúmenes, como ejemplo para el atrevido lector que encarga desde México la colección completa de los quiénsabecuántos volúmenes que componen El Reino de Redonda que dejó atados Javier Marías, ahora que se agotan sus libros por su ausencia, así como a diario crece la lista de lectores que encargan la última novela que dejó Almudena Grandes en las yemas de los dedos del poeta Luis García Montero (que deseo se aparezca en persona una tarde invernal para leer en voz alta Un año y tres meses como despedida con pañuelo blanco) y a la vuelta de un estante se alinean las novelas de Pérez Galdós, sombra de una silueta que parece de Juan Rulfo y esos volúmenes invaluables de Octavio Paz o el librote de historia monumental que narra la monumental memoria de la Nueva España en pleno centro de Madrid, entre estanterías de madera de cerezo custodiadas por un hombre que lleva el mismo apellido y que en horario matinal o vespertino (con pausa para comida corrida o siesta furtiva) rescata del olvido y el abismo a Pérgamo, la librería más antigua de Madrid que navega –por estas razones diarias—viento en popa, a toda vela.

Jorge F. Hernández

Google news logo
Síguenos en
Jorge F. Hernández
  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.