Cultura

Las uvas

Seré breve. No pido nada. Mejor, agradezco las uvas amargas que mostraron el nefasto sabor del cobre que escondían bajo encantos las personas que uno pensaba buenas y agradezco el rancio sabor de tener que ver a México de lejos; agradezco la viña inagotable de mis seres queridos y los amigos de veras, los que rompen todas las distancias y están todo el tiempo. Tengo la renovada gratitud por Madrid y cada una de sus calles, sus personas y personajes, lo que vive en tinta y los que beben tinto a diario, sabiendo que yo solo miro pasar párrafos desde un café de acera y celebro a los que hacen los que tienen que hacer sin creer que tienen siempre la razón en todo y celebro a las mujeres que sonríen con la mirada y a los niños con gafas y la neblina morada de una canción de mi infancia que se alcanza a escuchar en los audífonos de un hombre que camina por en medio del parque sin abrigo, cantando para sí solito el nuevo año que ya trae en la cabeza.

Celebro la oportunidad semanal de compartir estos párrafos y multiplicarlos con un dibujo, haciendo lo que hacía de niño ahora que han pasado tantas uvas y agradezco que semana a semana haya lectores que me envían mensajes de aplauso y denostación, reprobación o sincronía, sabiendo que completan así el misterio de lo expuesto: lo escrito no llega a ser hasta que se sabe leído por Otro y el dibujo exige su contemplación, verse de lejos y cerca para que cada quien le encuentre nombres y apellidos inventados a los dibujados.

Así que bienvenido el 16 y adiós al 15 que fue de despedida; de lejos, me siento quizá más cerca y me concentro mejor en las libretas y en las páginas donde moran en realidad todos mis afectos intactos. De lejos, intento con estas líneas agradecer sinceramente a todos los que me leen y me siguen la partitura invisible con la que intentamos leer lo que nos rodea de ambos lados del mar e intento –confiado en la talla—abrazar a todos y cada uno con el sincero deseo de que el año nuevo sea el capítulo inédito de infinitas páginas un blanco que todos y cada uno de nosotros hemos de redactar con la renovada tinta de alguna esperanza y el sosegado empeño de jamás volver ni con la orilla de la vista a los rostros y circunstancias que en realidad sólo dañaron la paz que merecemos todos.


jorgefe62@gmail.com

Google news logo
Síguenos en
Jorge F. Hernández
  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.