Cultura

La Netamorfosis

Jorge F. Hernández
Jorge F. Hernández

Al despertar una mañana, luego de un sueño intranquilo de meses, la niña en coma se descubrió convertida en mujer. En sí misma pero sin ensimismarse, vuelven las sílabas que nombran las caras y las palabras de todas las cosas se intercambian caprichosamente sin brújula. Allí donde pantalla es ventana y una cuevita se dice cuentita, la mujer se ve chiquita y abuela a un mismo tiempo en el ensueño feliz de un lentísimo retorno donde se abre el redescubrimiento de un óleo entrañable, la vereda arbolada en medio del bosque y el perrito invisible correteado por su propia correa de colores. Volverá a leer por primera vez las novelas que se creían memorizadas y esa canción específica provoca asombro infinito en los oídos restablecidos de quien en otra vida u otra nube ya la había escuchado hasta el cansancio. Vuelve el lento milagro de escribir los símbolos ahora des-reconocidos con los que cada letra tiene un sonido y una doble pronunciación por los dos lenguajes —de su infancia y ahora, madurez— y dos lenguas que de pronto se rompen en carcajada… pero también el despertar informa de la muerte de nuestra madre.

Con ejemplar entereza y una inquebrantable resiliencia, la endeble mirada bajo un solo párpado transpira el milagro. Lo mejor de sí misma en la desesperada resignación de los lentísimos pasos en medio de la niebla aún confusa de la realidad entera. En medio de la bruma del olvido y el íntimo delirio de imaginar que la visitan fantasmas se van adoquinando nuevamente las piezas de una milagrosa transformación que nada tiene que ver con los empeños de la mentira o la simulación de los pretextos; sin filtros, incluso en medio del humo del cerebro se van cuajando las palabras que son mucho más que palabras, como sonidos de sentimientos y gesticulaciones de un rostro que ya no será posible acariciar porque se nos fue en medio de la noche y cuando llovía con cuetes que son truenos. Rayos y centellas en medio de la penumbra poniendo en vilo la sonrisa de nuestra madre que quizá ya pueda descansar en paz al contemplar los pasitos lentos pero ya incansables de la niña que no alcanzó a abrazar porque la mujer que voló al abismo por un absurdo accidente rompió el endeble cristal irresponsablemente expuesto como muro para milagrosamente intentar abrir las alas y volver a volar donde ya nada pueda impedirle soñar.


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Jorge F. Hernández
  • Jorge F. Hernández
  • Escritor, académico e historiador, ganó el Premio Nacional de Cuento Efrén Hernández por Noche de ronda, y quedó finalista del Premio Alfaguara de Novela con La emperatriz de Lavapiés. Es autor también de Réquiem para un ángel, Un montón de piedras, Un bosque flotante y Cochabamba. Publica los jueves cada 15 días su columna Agua de azar.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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