La batalla para conquistar la Luna, en el siglo XX, era entre la Unión Soviética y Estados Unidos, mientras que hoy la conquista de Marte se dirime entre dos individuos millonarios. El asunto no es baladí: es la confirmación del nuevo orden mundial.
Antes de que el astronauta Armstrong posara su bota blanca en la superficie lunar, en 1969, los cosmonautas soviéticos llevaban la delantera en la carrera espacial; fueron los primeros en enviar una perra y, tiempo después, un hombre al espacio, y también, en rigor pero de forma opinable, llegaron primero a la Luna, el 12 de septiembre de 1959, con la nave Lunik II.
Aquella nave soviética, que técnicamente era una sonda espacial, fue la segunda versión de la serie de veinticuatro sondas que fueron lanzadas entre 1959 y 1976.
Treinta y seis horas después del despegue, el Lunik II alunizó en esa región conocida como el Mar de la Serenidad. Alunizar es un decir, lo que sucedió en realidad fue que la sonda se estrelló contra la Luna, pero hubo tiempo para que enviara valiosos datos con el sofisticado instrumental que poseía, y para que se desparramara la colección de banderines rojos con la hoz y el martillo que después del choque quedaron ahí regados, a merced de las ventiscas y las tormentas cósmicas.

Concediendo que estrellarse contra la Luna no fuera una desgracia sino una maniobra perfectamente calculada, la misión del Lunik II fue cumplida cabalmente: se midieron con toda exactitud los cinturones de radiación que envuelven a la Tierra, se confirmó que la Luna no tiene un campo magnético apreciable y, sobre todo, se demostró que era posible viajar hasta allá.
Diez años más tarde, la
NASA se pondría a la cabeza de la carrera llevando dos hombres a la Luna: Neil Armstrong y Edwin Aldrin. El tercero, Michael
Collins, se quedó dando vueltas en la nave mientras sus compañeros daban gloriosos pasos sobre la superficie lunar y, desde su ventanuco de piloto, según contaría más adelante, Collins vio cosas escalofriantes que, para la tranquilidad de nuestra especie, nunca quiso revelar.