Es bien conocida la querencia catalana de Gabriel García Márquez. Una querencia que acaba de lanzar, post mortem, un gracioso coletazo que yo mismo vi el domingo pasado.
En Cien años de soledad hay un sabio catalán que está inspirado en Ramón Vinyes, el sabio catalán original, que fue un escritor y activista cultural que se convirtió en el maestro de una generación de escritores, en Barranquilla, Colombia, a la que pertenecía García Márquez. Vinyes orientaba a los jóvenes que querían escribir, les daba a leer libros importantes y publicaba sus balbuceos en la revista Voces, que él dirigía y había fundado.
La querencia catalana que Gabo adquirió directamente del sabio Vinyes fue determinante cuando en 1967 decidió instalarse, con su mujer y sus hijos, en Barcelona. Llegó a la ciudad y sintió que ya la conocía por todo lo que le había contado el sabio.
Gabo vivió siete años en Barcelona, en la calle Caponata número 6, en el barrio de Sarriá. En esta ciudad escribió El otoño del patriarca (1975) y cosechó la fama universal, y la bonanza económica, que le dejó Cien años de soledad (1967).
En el piso de Caponata, donde iban sus amigos a celebrar la vida (Vargas Llosa era su vecino), instaló un sofisticado equipo de sonido, con unas enormes bocinas de la marca Vieta Dos, que bautizó con este sonoro nombre: Gabo Sound Machine.
El otro punto de reunión era el piso de mi amigo Luis Feduchi, el gran amigo barcelonés del escritor; ahí Gabo se tumbaba en el suelo, al lado de la mesa del comedor y les leía, a los amigos que estaban en la sala, las páginas que había escrito esa semana.

El último coletazo catalán de Gabo está en el mercado dominical de libros de Sant Antoni, aquí en Barcelona: por 4 mil euros se vende un ejemplar de Cent anys de solitud que el escritor firmó en catalán (seguramente en la mesa de un restaurante), con alguna falta ortográfica, mucho cariño y a lápiz (que le habrá prestado el mesero): Per Marta y Javier: visca el pà, visca el vi, visca la mara que us va parir. Para Marta y Javier: viva el pan, viva el vino, viva la madre que los parió.