“Que rutina sea hoy insulto comprueba nuestra torpeza en el arte de vivir”. El aforismo es del filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila y va a contrapelo del siglo XXI que nos impulsa todo el tiempo a cambiar, a movernos, a correr.
Hay una campaña permanente en las pantallas que nos invita a experimentar cosas nuevas: lo bueno es lo de hoy y lo de siempre ya es antiguo.
El aforismo del filósofo rescata el valor de lo rutinario que en este milenio está mal visto. Ser rutinario se ha vuelto aburrido, todo el tiempo queremos algo nuevo, y lo queremos rápido para hacer inmediatamente otra cosa nueva. Pero el encanto de lo nuevo es una obviedad, gusta porque es nuevo, y tiene mucho más mérito y sentido profundizar en la rutina, en la normalidad, que es tuya, a diferencia de la novedad, que es un bien colectivo que, por definición, dura poco.
La continua diversificación nos distrae del arte de vivir, que señala el filósofo, pues ese arte necesita del sosiego, no se puede realizar corriendo ni cambiando de una pantalla a otra.
Con tal de experimentar continuamente la novedad escuchamos los discos a trozos, brincamos de una serie a otra, nos apuntamos a la creencia new age del momento, hacemos selfis cada vez más chungos, buscamos parejas compulsivamente en diversas aplicaciones, nos entregamos al poliamor y cambiamos desenfrenadamente de restaurante para probar cosas nuevas. Qué agotamiento. Yo prefiero el modelo de aquellos escritores franceses, de la primera mitad del siglo XX, que comían cada día en Le select de Montparnasse, no perdían el tiempo analizando el menú y sus allegados sabían dónde encontrarlos.
Quien se instala en la infinita diversidad que ofrece este milenio no se aburre, se priva de ese estado de ánimo que es el humus de donde salen los grandes proyectos.
Yo soy yo y mi rutina, diría parafraseando a otro filósofo; porque la rutina es nuestra obra personal, lo que nos diferencia de los demás; evitemos la torpeza de aniquilarla con la novedad que nos distrae de nosotros mismos y, cuando esto pasa, ya no somos nosotros sino los otros.