Cuando el Papa Francisco está enfermo, se conmocionan muchos en el mundo, tanto entre el pueblo pobre como entre los grandes del mundo.
Se quiere la recuperación pronta de su salud.
Mientras esto pasa, se recuerdan enseñanzas serias de su pontificado que están en documentos que ha publicado.
La última Carta Encíclica se le llama: “Todos hermanos”.
En México se ha comentado al más alto nivel, sobre todo los números 127 y 133.
En el 127, dice: “Per si se acepta el gran principio de los derechos que brotan del sólo hecho de poseer la inalienable dignidad humana, es posible aceptar el desafío de soñar y pensar en otra humanidad.
Es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos.
Este es el verdadero camino para la Paz, y no la estrategia carente de sentido y corta de miras de sembrar temor y desconfianza ante amenazas externas”.
Estamos ante un Papa que es un hombre bueno, sabio, realista, pensador, político en el mejor sentido de la palabra, pastor sensible, admirado, no sólo porque es latinoamericano, sino porque, entre otras cosas, ha abierto una vena luminosa para defender nuestra casa común de la destrucción del planeta que lleva a cabo una industrialización ciega, que descuida el cuidado de la tierra, la única que tenemos los habitantes del mundo.
El Papa es una voz respetable en las actuales circunstancias violentas. Franco en hablar con voz profética.
Amable para dejar un mensaje a todos, tengan la manera de pensar que tengan. Todos hermanos, como lo proclamó su admirado Francisco de Asís.
Dios les de salud, así como a los presbíteros diocesanos de Torreón.
