La Comisión Estatal Electoral, afirman algunos de los candidatos a las alcaldías que no han podido iniciar sus campañas, se sacó de la manga, apenas el 21 de febrero, un añadido a los requisitos para validar las planillas.
Además de la paridad de género, deben incluir la cuota de jóvenes, la de la comunidad LGBT y la de las etnias originarias.
Abanderados para la alcaldía de Monterrey como Luis Donaldo Colosio, de Movimiento Ciudadano, o Víctor Fuentes, de la coalición Juntos Haremos Historia en Nuevo León, no han iniciado sus actividades de proselitismo porque el árbitro electoral no ha dictaminado la validez de las planillas de sus respectivos partidos.
Lo más interesante es que, en el caso de los llamados partidos tradicionales, sus candidatos sí pudieron iniciar sus actividades de propaganda política desde el 5 de marzo. Llama a sospecha que ellos sí cumplieron con la detallada exigencia de inclusión.
Algo muy curioso es que, en el caso del PAN, su dirigente estatal, Mauro Guerra, fue el único que decidió acogerse a la prerrogativa de mantener en el clóset su listado de integrantes de la comunidad LGBT que registró como parte de las planillas del albiazul.
Alega que los nombres de esos candidatos deberán permanecer en reserva, aunque no aclara si asistirán encapuchados a los actos de campaña o se quedarán en casa.
Será que a los panistas les sigue dando asquito la diversidad sexual, aunque fingen muy bien cuando la tienen en la cocina.
Más allá de filias y fobias por quienes deben integrar en estas elecciones las planillas para los cabildos de las presidencias municipales más incluyentes en la historia de Nuevo León, el árbitro electoral debe ser un facilitador de la competencia, más que un sabueso fiscalizador.
El peor escenario sería judicializar la elección cuando las campañas llevan menos de dos semanas, si acaso alguno de los candidatos agraviados decide llevar su queja ante la Fiscalía General de la República o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Unos en el clóset y otros con las campañas paradas, al final los grandes perdedores son los ciudadanos con menos candidatos, porque ni están todos los que son, ni son todos los que están.
javier.sepulveda@milenio.com