Me quedé aturdido por la muy dudosa y estridente interpretación de la señor Rabadán del “nenenenene qué vas a hacer, cuando seas grande” (pues ya es grande y no será ni presidenta de la nación, ni estrella de rock & roll), demostró que tiene mal timing. O sea, solo a ella se le ocurre saltar de un barco al que le llega el agua a los aparejos, para irse a cantar a la Orquesta del PRIANTanic que se hunde sin remedio. Irse a la campaña de Lady X es una de las formas menos glamorosas y vulgares del suicidio político.
Cómo te vas a ir a una campaña donde la candidata, que tanto ha hecho melodrama ranchero porque cuando no se siente perseguida política, se autoproclama víctima de violencia política de género, se pone todavía más misógina y machista que Vicente Vox y la dotora Denise Dresser. Con una pequeña ayuda del calderonícola Máx Cortázar, la señora de las gelatinas hizo un standup tipo Platanito en su desesperación recurrió a la violencia política de género para mofarse de Claudia Sheinbaum y de Mariana Rodríguez como si fuera ella la candidata. Una cosa como de La Pulquería 2 y por los aplausos que recibió, cualquiera diría que fue o en el burlesque o en Guerra de chistes.
La señora Gálvez debe estar tan atormentada por los demonios de las encuestas, y en su ansiedad, angustia y desesperación, también quiere reclutar otro petardazo como Ricardo Anaya. Pero me pregunto, más allá de solaparlo por sus trapacerías que podrían manchar todavía más a la ya muy madreada carrocería del KuKluxPAN, de qué le sirve a los panistas darle fuero senatorial a Ricardo Anaya. Primero porque ya demostró ser no solo un inútil, un pésimo político y el cobarde del condado que estuvo huyendo de la justicia escondido en una leonera en Estados Unidos. Tan mal candidato que quería gobernar un país que no conocía y no conocerá jamás porque le da asquito; el único político que consiguió que sus videos fueran todavía más aburridos e inútiles que los tiktoks de Santiago Creel; un personaje tan gris que hasta Kinky Téllez ya lo tenía muy rebasado. De qué le serviría a la oposición el retorno sin gloria de Anaya, prácticamente nada. Un cero a la izquierda que nada más vendría a enchinchar las campañas del PRIANChu, que de por sí está muy enchinchado. No es una figura respetable, no es un adalid de la democracia, y del wonder boy no queda nada.
Esa pobre Xóchitl, es como alguien que se está ahogando en la alberca y en vez de pedir un salvavidas mejor exige un pesado yunque.