Política

Bullys vistimistas y racistas guadalupanos

Uno pensaría que no puede haber cosas más absurdas y abstrusas como una premio Innoble de la paz que exija la invasión hiperviolenta a su país (además alegando como María Corinita que el 60% de los venezolanos están metidos en tráfico, prostitución, trata de blancas y hasta en huchicol de arepas), pero de pronto se nos aparece Laura Zapata encabezando a un bonito grupo de racistas guadalupanos, cuando la Morenita del Tepeyac representa todas las bondades posibles y lo último a lo que apoyaría con un milagro sería a gente que por ser mestiza la rechazaría. Igual que estos racistas Región 4 serías rechazados y linchados por cualquier racista de abolengo del Ku Klux Klan. La virgen de Guadalupe representa el amor y nada estaría más en sus antípodas que el odio racista.

El racismo guadalupano es tan blasfemo como cuando Lupilla Loaeza quiso poner a Xóchitl Gálvez al nivel de la Reina del Tepeyac. De hecho, tiene mucho más sentido el guadalupanismo que tantos marxistas ejercieron (recuerdo con cariño a mi querido maestro Froylán M. López Narváez que así se presentaba), pues lo que buscaban es el bien común.

Como quiera que sea, estos racistas guadalupanos encabezados por Laura Zapata con una gorra del Pato Donald (lo cual me remitió de inmediato al el legendario libro “Para leer al Pato Donald”, de los masters Ariel Dorfman y Armand Mattelart que, a través de la supuesta inocuas fábulas disneyanas, corría la esencia de la propaganda capitalista), no son muy diferentes a los orcos neofachos que durante la marcha de la Generación Zzz confirmaron que, ante la falta de argumentos, lo que les queda es la difamación, las fake news y la violencia verbal y física. Tampoco muy diferentes de las diputadas prianistas que, ante la falta de argumentos, propuestas refrescantes e ideas mediamente propositivas, decidieron tomar bárbara y patibulariamente la tribuna (una pacifista diputada se trepó literalmente a la cabina de sonido para cortar el sonido) a fuerza de empujones, gritos, codazos y jalones de greña.

Al final, una panista a lo Kinky Téllez gritaba que habían hecho todo esto buscando equilibrios. ¡Pazuzu y pasumecha! ¿Qué no los equilibrios se ganan haciendo política, con negociaciones o de manera electoral?

Como no hay propuesta de la ultraderecha (todavía estamos esperando que Gurría entregue el plan económico de la fallida excandidata del PRIAN), esto es lo que queda.

Los prianistas como Alititito Moreno, son bullys que esconden la mano y se hacen las vístimas.


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Jairo Calixto Albarrán
  • Jairo Calixto Albarrán
  • jairo.calixto@milenio.com
  • Periodista producto de un extraño experimento cultural-social-educativo marxista, rockero, populachero, libresco y televisionudo / Escribe de lunes a viernes su columna "Política cero"
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