La verdad, yo quería dedicarle esta columna que sabe lo que son las caricias mustias y el oscuro rincón a la homenajeada figura de José José que, a su llegada a México, rompió varios paradigmas. Por ejemplo, acá nunca se le había rendido tanta pleitesía a la ex esposa (Anel Noreña que no Noroña como algunos quisieron ponerle), a la que regularmente se relega y estigmatiza, por encima de una viuda en toda forma como es la señora Sara, que junto con su hija conforman una de las duplas más repudiadas de la historia desde Vicente Fox y Martita, dirían las malas lenguas que nada saben.
Sin embargo, lo de José José no es el único acto luctuoso que ha enlutado a la Patria en estos días. La caída de Eduardo Medina Mora es muy triste porque rompe con una bonita tradición del Poder Judicial al servicio de los mejores intereses de la sociedad plutócrata, más solidario y comprometido con el beneficio social. No sabría decir que valga de veras la pena conocer la naturaleza de sus acciones que, a pesar de estar del lado del latrocinio con rostro humano, seguramente respondían a las mejores intenciones por el bien común.
Tampoco podemos olvidar la andanada de ataques que ha recibido el ex presichente Calderón pues, a juzgar por sus arrebatos hiperviolentos, fue un verdadero peligro para México. Digo, nada más falta que le digan chaparro, mariquita y mandilón, más ahora que hasta el ministro presidente, Arturo Zaldívar, recordó solo para alborotar al avispero que a Jelipillo le daba por presionar a la Tremenda Corte al ritmo de “les voy a hacer una propuesta que no pueden rechazar”. Pero lo dudo, si con el calderonato la libertad de expresión volaba en caballo blanco el mundo. Que a mí me mandaran a ponerme nervioso con el mismísimo inspector Poiré que no Poirot, no quiere decir que recurrieran al autoritarismo con los demás, claro.
Ya pensándolo bien, en efecto José José está más vivo que el futuro político del calderonato. Sobre todo cuando sacaron de su estuche a Gómezpunk para defender la causa. O sea.
Es curioso que todo este culebrón del Príncipe de la Canción que parecía muy denso, al final se fue más rápido que los desmanes gorilescos ultraderechosos del presidente de Ecuador, tanto que ninguno de los grandes luchadores por las causas de la democracia como Miguel Bosé, Guaidó o Markito Cortés y demás, les dio tiempo de marchas y melodramas rancheros.