Los migrantes y, en particular, los menores de edad, que cruzan por territorio mexicano con destino a la frontera norte de México están enfrentando una “cruda realidad” por las diferentes complicaciones y momentos de violencia que deben sortear.
De acuerdo con los resultados de una investigación realizada por investigadores de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno y del Departamento de Multimedia de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (Upaep), los migrantes son “los más excluidos de los excluidos”.
El proyecto llamado “Menores migrantes por México con destino a Estados Unidos: visibilizando la peligrosidad del tránsito, las estrategias de sobrevivencia y los sueños de un continente”, existe una realidad que supera la ficción en materia de violación a los derechos humanos.
Menores centroamericanos, sudamericanos, caribeños e incluso de otras regiones, cruzan por el territorio mexicano con la esperanza de llegar a Estados Unidos, en condiciones adversas.
A partir de 60 entrevistas semiestructuradas realizadas en 10 albergues a lo largo de México, los especialistas detectaron historias de menores, algunos sin compañía, que revelan tragedias silenciosas.
Los migrantes en situación de movilidad viven un estrés traumático constante, no postraumático como se suele mencionar. “Estos menores no han salido del trauma; lo están viviendo. Primero en su país de origen, luego al atravesar regiones como la selva del Darién, y después durante su largo paso por México”, destaca Lourdes Rosas López, investigadora que forma parte del estudio.
De alguna forma, los migrantes sufren un encierro necesario para su seguridad, pero al mismo tiempo, es una forma de privación de libertad que afecta su desarrollo emocional y educativo.
Los llamados indocumentados, entre ellos, los menores son víctimas de una cultura del descarte, es decir, cuando las sociedades deciden o toman a las personas como si no existieran o como si no importaran a nadie.
En conclusión, para los investigadores de la Upaep, México debe asumir su papel como país de tránsito y proteger la integridad de quienes, siendo niños, se convierten en adultos de la noche a la mañana.