De algunos años a la fecha las muertes intencionales en nuestro país se han multiplicado. Este fenómeno nos preocupa a mí y a un 83.1 por ciento de mayores de 18 años en zonas urbanas. Nos aflige que algo malo suceda a nuestros familiares, amigos o a nosotros mismos.
No hay día de la semana que los medios no mencionen asesinatos, levantones secuestros…Checa ahora mismo las primeras planas de este diario para que lo confirmes, estimado lector.
La violencia, aceptémoslo o no, es un componente de la naturaleza humana. No obstante, con el surgimiento de LA GUERRA contra el narcotráfico iniciada a tontas y a locas en diciembre de 2006, la situación se ha incrementado exponencialmente desde entonces.
La muerte siempre ha tenido la desfachatez de cobrar vidas en todo el mundo, es su consigna. Para eso “la inventaron”. Aunque así sea, da la impresión qué se ha ensañado con nosotros. En México los homicidios se multiplican cotidianamente, incluidos los cometidos contra las comunidades LGBT y las mujeres. Asesinar mujeres le llaman feminicidio, significa asesinato violento contra ellas perpetrado por un hombre.
En nuestro país la expectativa de vida de los varones es 76 años. Las mujeres viven seis años más. Aunque la violencia se ha ensañado con gente joven, incluidos adolescentes y menores de edad. Quiero acotar que me resulta muy cursi escribir niños y niñas, cuando escribo menores de edad me refiero a ambos géneros, me resisto a caer en la cretinez de moda.
La expectativa de vida los monegascos es 13 años más que nosotros. En contraste, la expectativa de vida de los angoleños es la mitad de nosotros. Ninguno de los dos casos me consuela.
Ahora que las autoridades sanitarias mundiales y nacionales declararon el final de la pandemia ¿Cuál es el saldo de muertos en nuestro país? Difícilmente lo sabremos con exactitud. La verdad es que los mexicanos sufrimos la pérdida de por lo menos un amigo o un familiar. A nivel mundial se habla de 20 millones de muertos.
Durante 2000 y 2001 fue tan grave la situación en México, que las funerarias y los panteones no se dieron abasto para sepultar e incinerar cadáveres. Para 2002 la mortandad empezó a disminuir. Hoy mismo –aunque en un menor porcentaje– sigue habiendo defunciones por ese terrible mal.
Colofón
Son pocos los humanos preparados para la muerte. En situaciones de guerra, pandemia, terremotos o tsunamis; la parca nos puede atrapar sin aviso previo, así que cuídate estimado lector, no vaya a ser…