Los perdedores de la elección del 2 de junio llaman a hacer una autocrítica después de que Morena, un partido relativamente joven, les endosó su segunda derrota al hilo en una elección presidencial. Así de predecibles.
Van tarde, demasiado tarde, a algo que debieron comenzar desde el primer minuto de las elecciones en las que Andrés Manuel López Obrador les ganó la presidencia allá en 2018. Ni Marko Cortés Mendoza, ni Jesús Zambrano Grijalva ni Alejandro Moreno Cárdenas han asumido públicamente su fracaso ni han anunciado que se retirarán de las dirigencias del PAN, PRD y PRI para ceder el paso a quienes tienen bastante más idea de la oposición que necesita una democracia.
Un ejemplo de lo absurdos e innecesarios que los tres resultan no para sus partidos sino para que haya contrapesos en México es que no tenían nada planeado para la noche del 2 de junio. Ni una idea, ni un borrador de cómo actuar sea en la victoria o en la derrota.
Xóchitl Gálvez, la excandidata presidencial de Fuerza y Corazón por México, confirmó esta semana que Marko Cortés, dirigente nacional del PAN, le gritó por felicitar a Claudia Sheinbaum la noche del 2 de junio: “no sé si a los hombres les gusta gritar, pero se pueden resolver problemas y dialogar sin gritar. Dijo que era indigno de mi parte felicitar a Claudia porque había sido una elección de Estado”.
Marko Cortés más que pedir cuentas debiera rendirlas. ¿Cuál era su plan para esa noche?, ¿lo habló con la candidata y los dirigentes del PRD y PRI?, ¿o dirige el partido con base en ocurrencias?
¿Era más fácil gritar, Marko?
No se trata de filias y fobias partidistas: se trata de que todos los partidos en este país reciben recursos públicos y lo menos que podrían hacer sus dirigencias es trabajar, pensar en un proyecto de país, en alternativas para las múltiples problemáticas que viven los mexicanos, en capacitar a sus cuadros para que sean buenos candidatos, para que ganen elecciones y también para el ejercicio de gobierno. ¿O para qué piensan que son los recursos que se les asignan?
¿Hay algo más indigno que recibir recursos públicos y hacer como que se trabaja?
«Nada me horroriza más que el miedo y a nada debe temerse tanto como al miedo», escribió Michel Montaigne. Si por miedo político se debe entender el temor a perder su bienestar, tanto colectivo como individual, no está demás apuntar que antes de pensar en sí mismos Marko Cortés, Jesús Zambrano y Alejandro Moreno deberían analizar si aún pueden apostar a intentar ganar campañas a partir del miedo. Enfrente tienen a alguien que ya puede dictar políticas públicas a partir del terror.
Al Margen
A estas alturas ya sabemos que en Puebla Morena y sus aliados tendrán 30 de los 41 diputados que integran la legislatura. Lo deseable, lo esperable, es que no teman aprobar, por ejemplo, la despenalización del aborto.