
La afición de Víctor Guerrero es indagar y fotografiar lugares donde filmaron películas icónicas del cine mexicano. Un ejemplo es el Puente de Nonoalco, escenario de varias cintas, entre ellas Víctimas del pecado, de Emilio el Indio Fernández, que también dispuso del Monumento a la Revolución.

Fernández fue uno de los cineastas mexicanos que ocuparon calles, callejones, avenidas, rincones, vecindades y casonas de Ciudad de México, en especial el centro y alrededores. Eran los años cuarenta y cincuenta. Lo mismo hicieron otros grandes directores, según rastreo de Guerrero.
Hay momentos especiales que unen a la capital del país con la cinematografía nacional. Lo sabe muy bien Víctor Guerrero, quien se propuso averiguar esos lugares, algunos ya borrados por los sismos, mientras que otros apenas son reconocibles, pues han sido descuidados.

Guerrero es carpintero de oficio y tiene como pasión hurgar en las joyas del cine mexicano, en especial sus locaciones y, en general, su devoción por la Ciudad de México, que recorre “de aquí para allá”, como dice este cinéfilo, cazador de escenarios que refleja en sus redes sociales.
@GuerreroPuma_, como se identifica en su x, antes twitter, se propuso conocer lo recuperable de una ciudad que abarca veinte años; “es una forma de reencontrarte y, sobre todo, preservar esa memoria, porque hay lugares que ya se fueron y otros que solamente nos quedan en fotografías de películas”.
Habla de las cintas que vieron nuestros abuelos y nos tocó ver en repeticiones con ellos, comenta mientras saborea una cerveza en La Mascota, una cantina que fue escenario de una película en la que actúa Adalberto Martínez Resortes. “Es la forma de preservar ese pasado, ese pasado de una ciudad que cada vez se va perdiendo”.
Guerrero es vehemente.

“Yo lo hago por gusto; me encanta descubrir los lugares que se vieron en una película y lo que se pueda rescatar”, dice. “Me gusta mucho adentrarme en esos temas y compartirlos en redes sociales, como son los datos curiosos, chistosos, anécdotas”.
—¿Y qué tanto le dedicas?
—Muchos desvelos, porque es el tiempo que tengo después del trabajo; o los días que descanso recorro el centro o algún otro lugar que descubrí.
—¿Cuáles fueron los lugares donde más se filmaron aquellas películas?
—El centro de la ciudad. Y también lugares que estaban cercanos a los estudios. Los Churubusco, por ejemplo, ocupaban mucho el sur de la ciudad; los Tepeyac, en la parte norte, lo que venía siendo Peralvillo y la Villa.
—Ahora, en el Centro de la Ciudad hicieron algunas películas, varias películas, algunas icónicas, como cuáles.
—Distinto amanecer es una de las más representativas para mí. Hay una no muy conocida, pero que retrata muchos lugares del centro, que se llama Los mediocres. Esa retrata muchos lugares que ya no existen.
—¿Como qué directores, películas y lugares?
—El Indio Fernández, por ejemplo, grabó Víctimas del Pecado en Callejón del Órgano. También en La máquina loca, un cabaret. Así dice uno de los diálogos: “Búscame en La máquina loca, debajo del puente de Nonoalco”. El puente de Nonoalco fue retratado en muchas películas.
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Nací y crecí en Ciudad de México, al cuidado de mis abuelos y tíos; mi mamá me dedicaba todo el tiempo posible, pero tenía que salir a trabajar. De los primeros heredé el gusto por la nostalgia, pues mi abuelo me contaba historias de sus andares por la ciudad; mi abuela sintonizaba El Fonógrafo; y, sobre todo, recuerdo que por la tarde o los fines de semana veíamos en la tele películas de la Época de oro; entonces, sin saberlo, fueron imágenes y palabras que guardé en mi memoria.
Ya mayor, a la par de mi gusto por caminar, comenzó a crecer en mí la curiosidad de identificar los lugares que aparecían en las películas, ya que me gusta buscar y encontrar si aún queda algo o, en su defecto, qué ocupa el espacio actualmente. Para mí es una forma de conservar y compartir la memoria de esos sitios, muchos de los cuales ya no existen y las películas son la única forma de recordarlos.
No podría decir con exactitud cuál fue la primera película que despertó en mí esa curiosidad de ponerme a buscar o ubicar alguna locación; sin embargo, recuerdo mucho la escena de Ustedes los ricos, donde Pepe El Toro y El Tuerto pelean a muerte en la azotea de un edificio desde donde se veía el Monumento a la Revolución. La escena finalizaría con dos muñecos de trapo volando por el aire y estrellándose contra la banqueta.
Una que recuerdo, particularmente por la cercanía del lugar donde crecí, es Cuatro contra el mundo. En ella ocurría el asalto a un camión que salía de la Cervecería Modelo, que estaba a unas cuantas calles de mi casa, desde donde se podía ver la fachada antigua de la cervecería y una secuencia que transcurre entre enormes tubos de lo parecía el entubamiento del Río San Joaquín, muy cercano a la empresa.
Y una que recuerdo especialmente, porque es protagonizada por mi actor favorito de esa época, es El revoltoso, con mi adorado Tin Tan, me parece que su mejor película; tiene lugar en varios puntos de la ciudad, como la colonia Industrial, el Monumento a La Raza, el Centro Histórico, las vecindades. Un fabuloso Germán Valdés como héroe urbano.
Pienso que deberían conservarse esos sitios no sólo porque aparecen en una película, sino porque muchos de ellos tienen una importancia histórica o arquitectónica; por eso duele mucho saber que algunos de ellos van quedando en el olvido o, peor aún, son destruidos para dar paso a un estacionamiento, una plaza comercial u otro edificio de los cuales ya estamos saturados.
Ha habido algunos esfuerzos para colocar placas en lugares que fueron parte de esa historia fílmica; sin embargo, muchas de ellas son robadas por gente que las vende por kilo o incluso por encargo de coleccionistas.
Pienso que si los vecinos conocieran y valoraran el lugar donde viven o supieran su relevancia histórica lo protegerían y le darían ese valor de pertenencia al identificarse como segmento del mismo.
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También el Barrio chino, de manera continua, fue uno de los sitios que más se usaron. Ahí, en el Primer Callejón de Dolores, que se llamó Salsipuedes, se hizo Un rincón cerca del cielo. “Era un callejón estrechísimo, donde solo cabía una persona para pasar”, comenta Víctor Guerrero.
Ahora no hay acceso. Permanece tapiada. Al parecer sirve de bodega. En el siguiente tramo, que fue el Callejón de las Damas, o Segundo Callejón de Dolores, también filmaron Distinto Amanecer, Historia de un Abrigo de Mink, Cayó de la gloria el Diablo; así como la primera versión de Complot Mongol, con Pedro Armendaris Junior.
Por eso Víctor Guerrero nos convoca en La Mascota, una cantina de los años cincuenta que está sobre la calle Dolores y en cuya entrada se filmó una escena con Alberto Martínez Resortes, quien llega acompañado de un niño, al que pide esperarlo en la banqueta.
“Estamos hablando de Amor en cuatro tiempos”, comenta Guerrero. “No se alcanza a ver el interior de la cantina, pero sí la entrada. Entonces Resortes entra; mientras, el niño levanta una colilla que alguien más tiró y se la empieza a fumar; sale Resortes y le da un manotazo”.
Otra película que filmaron en la misma zona fue El hombre de papel, con Ignacio López Tarso, quien hace el personaje de un pepenador mudo y analfabeta que recorre la ciudad y encuentra un billete de 10 mil pesos que guarda en su cartera.
—¿Se deben preservar esos lugares?
—Claro, claro; me duele, por ejemplo, que haya lugares tan descuidados, sobre todo cines antiguos, como el Ópera, que está en ruinas.
Tiene razón este arqueólogo urbano, pues muchos inmuebles que sirvieron de escenarios para filmar películas han sido tirados por temblores; en otros, apenas queda una parte, como es el edificio que está en la calle Humboldt y Avenida Juárez, en cuya azotea pelean Pepe el toro y El tuerto.