Cultura

Máscaras de maguey

Hay quienes hacen máscaras de madera o barro, de papel maché u otros materiales, pero nadie había utilizado pencas de maguey, hasta que apareció Emilio Manuel Valdovinos Nava, quien inició en este oficio hace tres décadas, tiempo durante el que ha caminado contra viento y marea, hasta lograr afinar su técnica y llamar la atención de productores de cine y teatro.

Este sociólogo, que frisa los 58 años, con estudios en esa disciplina, que ha practicado en zonas urbanas y el campo, fue seducido por esa planta, de la que en México hay alrededor de 300 especies, y entonces comenzó a domar esas partes, de las que no desperdicia nada, ni siquiera las espinas, que ha usado como fauces en figuras de tiburón.

Ahora siente satisfacción por su labor de artesano, pues ha sido felicitado por turistas que han apreciado la originalidad de su producto; pero este hombre ha tenido altibajos, a tal grado que una persona insistía en desalentarlo cuando le dijo: “Mejor ocupa tu tiempo en otra cosa y no hagas experimento con algo que no te va a dejar nada”.

Humberto Ríos Navarrete
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Por un momento Valdovinos pensó en tirar el arpa, como se dice, y dedicarse a otra actividad, pero lo mantuvo su obstinación, pues siempre ha ligado el origen de la planta con el mexicanismo; de hecho el primer motivo de seguir adelante fue cuando una persona de nacionalidad cubana le compró unas máscaras y entontes él pensó: Por acá está la cosa.

Después vendría la compra del productor de cine, el auge en el consumo de pulque y la relación de él con las raíces mexicanas, por lo que muchas máscaras ha sido encargo de personas que practican ceremonias prehispánicas, como el Tlalmanalli, que son ofrendas adornadas.

Y, por supuesto, dice Valdovinos, está Mayahuel, la Diosa del Agave. Al respecto, cuenta la leyenda “que una joven y bella Diosa llamada Mayahuel, que vivía encerrada y lejos de los demás dioses debido a que su abuela la cuidaba celosamente, tenía en su poder una planta mágica que daría alegría y otros dones al ser humano”.

Humberto Ríos Navarrete
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Y entonces los dioses le encargaron a Quetzalcóatl poseer dicha planta para que se compartiera con los humanos.

Eso cuenta la leyenda.

Y aunque la penca siempre ha sido utilizada para abonar la tierra sobre la que crece la planta, Valdovinos le quiso dar otro uso, pues observó el lado plástico, sin que esto signifique descuidar el hábitat.

—Quiso aprovechar todo.

—Sí, desde la punta hasta la raíz. Me fijé en los plantíos de maguey su forma plástica, y entonces pensé: ¿Por qué no sacarle ese jugo?

—¿Y de dónde trae usted estas pencas?

—De diferentes lados. Tenemos amistades y familiares en Milpa Alta, en Hidalgo, en Tlaxcala, incluso en Cuajimalpa. También sembramos un poco de maguey en una partecita propia que tenemos en Tamaxcaltepec.

Humberto Ríos Navarrete
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Es cierto que ha tallado máscaras de papel maché y de barro, pero prefirió experimentar con maguey, sobre todo al ver que en nuestro país hay una inmensa variedad de plantas nativas y, más aún, por la relación que el agave tiene con nuestros antepasados.

También porque siempre le atrajo la cultura de la máscara. México es prolífico en ese tipo de artesanía. Incluso existe un museo nacional de la máscara.

—Y fijó la mirada el maguey.

—Sí, porque al meterme a este mundo pulquero y magueyero, sembrar y sacar algo de agua miel, etcétera, dije, pues tiene una forma muy plástica esta planta, entonces por qué no sacarle esa plasticidad y convertirla en una máscara; y así fue como empecé a hacer las máscaras.

Humberto Ríos Navarrete
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—Decía que un productor de cine le compró.

—Una productora de Estados Unidos que trabajaba para los Estudios Churubusco me encargó 20 máscaras de lobo y de coyote para usarlas una película que hicieron en el norte de la República. También me piden para ornato y para decoración pulquerías.

—Y cómo le va.

—Afortunadamente nos ha ido bien; además es muy laborioso —explica mientras hace una demostración—, porque también las barnizo, las pinto, las quemo; sí, porque hago pirograbado.

—¿Y si tienen mucha duración?

—Sí, claro, como todo, si las tratas mal, ¿verdad?, pero sí tienen duración; por ejemplo, hay varias pulquerías que las tienen colgadas y están intactas; me las compraron hace diez años.

Humberto Ríos Navarrete
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—También les pone cabellera— surge la pregunta mientras se le observa desenredar manojitos de hilos blancos.

—Las cabelleras están hechas de ixtle, las fibras del maguey; las uso de dos formas: del mecate o lazo cuando le quiero dar ondulación, algo de volumen; también tenemos en greña, que le llaman.

—¿Y cuál es el proceso?

—Ver la forma y, a veces, la voluntariedad de la penca, según como se va secando; otras veces quiero darle jalar la penquita para otro lado y así, con pinzas, las jalo, la tuerzo y la meto al horno para que quede como yo quiero.

Humberto Ríos Navarrete
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—La moldea.

—Sí, pero son de dos formas: a capricho de la naturaleza y el otro al horno, con pinzas, dándole la torsión que uno requiere. Ya que está seca o más o menos, pues ya le empiezo a trabajar los ojos, la nariz, la trompa, según el animal que sea, y después se perfora, se corta, se le añaden cosas, y al final es la pintura con acrílico, si va en color; si no, en barniz.

Las esculturas que más le piden son de águila y jaguar, aunque él está dispuesto a tallar otras, pues siempre encontrará una posibilidad entre esas formas caprichosas sobre las que mueve filos de cuchillos, de gubias, escofinas, limas, cepillos y pinceles.


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Humberto Ríos Navarrete
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