La blusa que luce Fernanda Arias García, oriunda de Guadalajara, Jalisco, no solo está tejida a mano por una artesana de la Sierra Norte de Puebla, sino que para confeccionar las grecas la mujer usó espinas secas de maguey, como es la tradición, por lo que se trata de una prenda única.
Es una de las peculiaridades que tienen los productos que vende la emprendedora jalisciense, quien tiene muchas razones por trenzar relaciones comerciales con mujeres y hombres de pueblos originarios.
Fernanda tiene año y medio con su negocio en Ciudad de México, sobre la calle de Marsella, colonia Juárez; su proyecto viene de tiempo atrás, solo que tuvo un contratiempo, como todos en el mundo, durante la pandemia del 2019, lapso durante el cual decidió viajar a las playas de Sayulita, Nayarit.
Ahí fue donde comenzó moldear el proyecto que tenía en mente desde hace años, pues seguido viajaba para contactar artesanos en varias zonas del país. Lo hacía mientras acariciaba la idea de crear su marca y estilo de prendas, pero al llegar la epidemia se le cortaron los planes.
Y fue en ese lapso cuando su hermana, quien decidió partir a Sayulita, la invitó. Fernanda, mientras tanto, ya tenía la marca de sus productos, además del logo, de modo que le pareció buena idea la propuesta.
—¿Por qué no empiezas aquí? Está todo cerrado, todo el mundo está en su casa — le dijo su hermana.
—Órale, va— aceptó ella.
Y manos a la obra.
Entonces llegó a un callejón donde había varios chavos que vendían joyerías, productos que ellos hacían, y habló con uno de ellos, que siempre estaba en una combi de los años 70, color amarillo, y le dijo:
—Oyes, por qué no me la rentas.
—Sí, cómo no.
Y a partir de ese momento convirtió su mercancía en una tienda móvil, donde a diario colgaba la ropa para promocionarla.
Y de Sayulita, al término de la pandemia, recorrió algunos bazares, hasta llegar a la calle Marsella, colonia Juárez, Ciudad de México, donde vende sus prendas, todas confeccionadas por artesanos mexicanos, pues desde niña tuvo predilección por ese tipo de indumentaria, como la blusa que ahora trae, una muestra distintiva de lo que ha procurado.
“Mi blusa está elaborada por la artesana Cristina, de la Sierra Norte de Puebla”, refiere y enseguida describe: “Son dos lienzos elaborados en telar de cintura con hilo de algodón. Para realizarla se utiliza una punta de maguey, la hoja se seca, y funciona como aguja, para ir sacando el hijo y crear el diseño”.
—¿Qué significa la imagen central?
—Es una iconografía antigua: un águila de dos cabezas.
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En México ha surgido una tendencia de emprendedoras que diseñan su propia ropa y se preocupan por el entorno. No solo eso. En el caso de Fernanda Arias García, quien terminó la carrera de diseño en el ITESO de Guadalajara, Jalisco, trabaja en forma directa con grupos de artesanos de diferentes partes del país, principalmente de diferentes comunidades de Oaxaca, Chiapas, Puebla, Estado de México, Jalisco y Michoacán.
—Y los visitas o les hablas por teléfono.
—Me encanta viajar, pueblear, conocer, ver los procesos, y una vez que entiendes los procesos, es más fácil que puedas transmitir cómo está elaborado, las horas investidas en cada uno de los productos.
—Conocerlos en persona.
—Sí, prefiero conocerlos de frente, visitarlos en sus comunidades y, una vez que empezamos a colaborar, voy pidiendo las cosas y después nos comunicamos por WhatsApp, por video o llamada, y les envío los diseños y así vamos trabajando, porque están muy alejados y no siempre puedo viajar, pero sí prefiero conocerlos de frente y que me conozcan.
Y creó su propia marca.
—La marca es Vera.
—Sí, quise que mi marca y mi proyecto se llamara Vera porque me fui hacia la raíz. Vera viene de veritas, que simboliza lo auténtico, que es la manera más real de hacer productos.
—Por qué nace la idea.
—Creo que las personas están cada vez más conscientes, tienen más información y exigen saber y conocer los procesos de los productos que consumen. Creo que esos productos deben ir alineados a ciertos valores, dentro de los cuales uno de los más importantes es la sostenibilidad.
—Y quieren conocer más…
—Sí, y quieren conocer el origen y el impacto social de todos los productos que consumen.
—Y te fuiste a Sayulita.
—Diario iba con la ropa, los textiles, colgaba las cosas, y así fue como inició Vera; entonces inicié en la playa. Después los clientes me empezaban a buscar y yo no tenía un espacio físico donde pudieran ver mis productos.
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Y es que, comenta Fernanda Arias García, de mirada sincera y sonrisa franca, “siempre me ha maravillado lo que hacen los artesanos, o sea, desde chiquita vi una gran riqueza en todo lo que hay en México y todo el trabajo manual que viene de muchas generaciones; son oficios que aprenden los artesanos y lo desarrollan a un grado impresionante”.
Refuerza sus palabras con fotos colgadas en las paredes de su tienda sobre la calle de Marsella, donde Fernanda, de complexión menuda, permanece en medio de artesanas, cobijada por brazos y sonrisas.
“Sí, ha sido emocionante y bonito, porque detrás de todas estas piezas hay personas; entonces, es muy importante el hecho de acercarme, conocer, porque muchas veces son familias que trabajan en un mismo producto y está padre tener esos procesos en fotos y en videos”.
Fernanda empezó con algunas prendas desarrollando textiles. “O sea, esta marca nace de la colaboración”, aclara y lo reitera para que no haya duda: “Es una colaboración entre grupos de artesanos y lo que yo pueda aportar”.
—Todo es mexicano.
—Sí, y al final son técnicas tradicionales, que ya existen, y ellos las conocen a la perfección. Y yo, con mi ojo, las adapto. Busco que la paleta de colores siempre sea homogénea. Que sean piezas que se puedan portar fácilmente al día a día.
—Y cómo ha sido.
—Ha sido prueba-error, o sea, al final he buscado productos que llamen la atención, que atrapan, y los he modificado acorde a lo que el mercado pide y gusta, pero sin perder de vista lo esencial: la idea del artesano.
Lo que pretende, dice, es una colaboración a largo plazo y de esa forma crear fuentes de trabajo entre los artesanos.
“Es decir —agrega—, que no sea una compra casual, sino continua, porque al final ellos viven de eso; y sí, hemos creado una relación bastante padre con artesanas y artesanos, porque es un ganar-ganar: ellos están contentos porque se están creando fuentes de trabajo y yo estoy contenta de este lado de que se esté dando a conocer lo que ellos realizan”.
—¿Y ahora qué tal te va?
—La tienda va bastante bien. La Juárez es una colonia que está resurgiendo, porque la Roma y la Condesa ya llegaron al tope y esta zona se está convirtiendo en marcas locales y diseñadores mexicanos que tienen proyectos distintos. Y poco a poco nos damos a conocer.