Política

Cosas tristes que nadie persigue

Escuchar audio
00:00 / 00:00
audio-waveform
volumen-full volumen-medium volumen-low volumen-mute
Escuchar audio
00:00 / 00:00

Las banquetas de la colonia El Reloj (alcaldía Coyoacán) han desaparecido bajo el agua. Cosas que llevaban mucho tiempo estancadas flotan calle abajo por Cádiz hacia el entronque con Diego Rivera, donde, a causa de un socavón, lo que era único caudal se bifurca en dos vías acuosas, y unas cosas siguen por la derecha y otras por la izquierda; también sucede que algunas (las más pesadas) resisten los embates de la corriente y continúan su trayecto de frente hacia las rejas de un camino sin paso.

“Pues ya ni pedo”, un cliente de la barbería “El Chucky” sale corriendo por Cádiz con bolsas de plástico amarradas por encima de los tobillos cubriendo sus zapatos; la precaución es inútil: al cruzar la calle, el agua le llega hasta las rodillas, y Santiago, el joven que le acaba de cortar la barba, murmura “qué pendejo”, y mira en su celular la hora: siete y cuarto de la tarde. Debió haber cerrado hace 15 minutos. “Pues veamos llover como pendejos, no nos queda de otra”.

En realidad, ya no llueve, pero el agua todo lo cubre y todo lo abarca. En el nacimiento de Cádiz, a la altura de la lateral de Tlalpan, un coche se estancó y dos patrullas de tránsito cierran el acceso vehicular a la calle, que ha quedado paralizada: nadie transita por ella, salvo una mujer que de pronto sale corriendo de una miscelánea y al bajar la calle, el agua la cubre hasta los muslos y regresa de donde vino, aunque derrotada: antes estaba seca y ahora tendrá que esperar aterida.

La noche se precipita y bajo su influjo de sombras se acentúan los peligros del agua. Dos perros negros salen de entre las incompletas paredes de una casa en obra negra en la calle Pétalo. La naciente oscuridad les ha infundido el valor para salir de su escondite e inspeccionar Cádiz inundada en busca de comida. Aunque sucede que tienen más ganas de juego que de hambre. Uno mordisquea el cuello del otro, que da dos pasos en reversa y luego le salta encima para someterlo; ambos caen en el socavón, se incorporan y repiten una y otra vez la misma lúdica rutina: mordisquearse, someterse y chapotear.

Calle abajo, alrededor de los perros que juegan, siguen flotando cosas abandonadas: cubrebocas, vasos de unicel, corcholatas, huesos de mango o comprobantes de depósitos bancarios que terminarán por obstruir coladeras y ocasionar que el agua siga subiendo por encima de las banquetas. Cosas tristes que nadie persigue.

Google news logo
Síguenos en
Hugo Roca Joglar
  • Hugo Roca Joglar
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.