Llego a mi casa, prendo la televisión y veo en el noticiero un reportaje sobre el asesinato de un comandante de la policía, en un ataque en el que su esposa (también policía) resultó herida. En breves entrevistas, los vecinos se quejan del incremento de la inseguridad en la zona, del surgimiento de distintas bandas que tienen aterrorizado a todos los habitantes.
La zona: Chalco.
Me quedo frío, pues unos minutos antes acababa de ver Madrinas, una comedia cruelmente divertida cuya trama se ubica precisamente en ese municipio mexiquense y que retrata la terrible situación que ahí priva, sin que parezca que tiene solución alguna a la vista.
Mientras “disfruto incómodamente” de Madrinas, me viene a la mente la entrevista que le hice a su autor y director, Alfonso Cárcamo (publicada en mi canal de youtube teatromasteatro), en la que habla clara y ampliamente del poder y la pertinencia de la comedia como el género ideal y necesario para abordar y penetrar en los temas más espinosos.
“¿Qué pasaría si El Chapo Guzmán y El Mayo Zambada hubieran nacido mujeres en Chalco? ¿Cómo se abrirían paso en un mundo patriarcal un par de amas de casa, católicas devotas, responsables de hijos y nietos, dueñas de pequeños negocios, y con la resiliencia como escudo?”
Estas dos interrogantes se leen en el programa de mano de la puesta en escena que retrata a cientos, miles de mujeres que intentan, tratan, luchan, quieren, se esfuerzan… por sacar adelante a sus familias y que terminan arrolladas por el entorno, por una realidad que, hoy más que nunca, plagada de delitos y más delitos, y otros muchos problemas e injusticias.
Cárcamo hace una disección de dos familias, que pueden ser cualesquiera de las muchas que habitan en Chalco, en Tlalnepantla, en Monterrey o en otros puntos del país. Dos familias comandadas por hombres que, como ahí se dice, empiezan robando dulces de niños y terminan como narcotraficantes; una realidad que heredan a sus familias, que termina por ver ese modus vivendi como algo natural, e incluso como el único viable para salir adelante.
Los hechos que aborda la puesta en escena son brutales (muertos, abusos, descabezados, violencia intrafamiliar, cobro de piso, corrupción, etcétera), pero hilvanados en una comedia en la que, como también se afirma en el programa de mano, “Cristina y Pandora dicen cosas dolorosas, pero no podía dejar de reír”.
El trabajo de Cárcamo, como autor es estupendo una vez más; y como director es creativo, ingenioso, sencillo, efectivo, ágil y atrapa al espectador la hora y media que dura la trama.
Su ir y venir en el tiempo, con apenas unos pequeños cambios escenográficos están excelentemente bien logrados y dan a la puesta un ritmo muy fluido, al que contribuyen, sin duda, las canciones-corridos que enlazan la trama y la hacen avanzar con gran tino.
Para lograrlo, el autor-director se apoya en un equipo creativo estupendo: Patricia Gutiérrez Arriaga (escenografía e iluminación); Jerildy Bosch (vestuario); Juan José Rodríguez (diseño sonoro); y Brenda Castro (maquillaje y peinados).
Y esto al servicio de tres actrices excelentes: Alicia Martínez, Guadalupe Damián y Adriana Morales. Gran trabajo de las tres. Las variadas “personalidades” de cada uno de los personajes están muy bien construidas y permiten al público conocer sus distintas etapas de vida.
Madrinas es una de esas puestas en escena que es necesario ver, pues nace de nuestra sociedad, la refleja, la proyecta, la critica, la analiza, la disecciona, con lo que como público nos vemos tristemente reflejados.
Ojalá al “vernos” en el escenario seamos capaces de mejorar.
Madrinas se presenta de miércoles a domingo hasta el 9 de noviembre en el teatro El milagro, en la calle de Milán, colonia Juárez.
¡Felicidades a todos, maravilloso trabajo!