Mientras esperamos la tercera llamada, detrás de mí una joven afirma, en relación a las pocas personas que esperamos el inicio de la función: “Uy, si el teatro no la tiene fácil, la danza la tiene peor”. Y a juzgar por la cantidad de espectadores que nos encontramos en el Teatro de la Danza, del Centro Cultural del Bosque, tal afirmación es completamente cierta; sin embargo...
Sí; un gran “sin embargo”, porque apenas dos días antes la misma sala estaba abarrotada, no cabía ni un espectador más. Y este sábado, la Compañía Nacional de Danza se presentó en el Auditorio Nacional, agotando los 10 mil boletos en cada una de sus dos representaciones de El lago de los cisnes.
¿Qué pasa con la danza en nuestro país? Intentar responder esta pregunta nos lleva a otras muchas: ¿quién apoya las actividades artísticas en México? ¿cuál es la postura de las autoridades ante la cultura? ¿quién se ocupa realmente de la educación de los mexicanos? ¿hay danza de primera y danza de segunda?
No es éste el espacio para aventurar respuestas; por ello me limitaré a recomendar las muchas actividades que, pese a todas las carencias, promueve la Coordinación Nacional de Danza.
Empezaré por 0g (cero gramos), un espectáculo que, como dicen los chavos ahora, “me voló la cabeza”.
Se trata de un montaje de la compañía coreana Melancholy dance, con la dirección y coreografía de Jeong Cheol-in, en la que participa él mismo, acompañado de otros prodigiosos bailarines, acróbatas, gimnastas, actores… que durante poco más de una hora atrapan la atención del espectador con una puesta en escena vertiginosa.
Como bien se explica en el programa de mano “0g está inspirada en el eterno descenso de Sisifo, y explora la paradoja del significado de la futilidad. Partiendo del principio físico de la caída libre, la coreografía aplica dinámicas gravitacionales a diversas partes del cuerpo para crear un mundo cinético de tensión, liberación y transformación. La obra desafía los límites de la gestualidad y explora la resiliencia del cuerpo humano”.
Y vaya que lo hace. Lo que sucede en el escenario es brutalmente hermoso, conmovedor. Es danza en su más pura expresión, pues sin una sola palabra la comunicación es plena.
Además del director, corógrafo e intérprete, el elenco lo integran Jeon Joogkeun, Ju Yougsang, Mun Gyunjae, y Ryu Jisoo. ¡Bravo a cada uno; ya quiero verlos nuevamente! Habrá que esperar su regreso
Y este domingo, en el mismo teatro, es la última función de la compañía regiomontana que dirige Ricardo Daniel Rodríguez Rojas, que presenta El baile: arqueología de un trazo, y que es también brillante.
Se trata de una pieza que fusiona danza, teatro y documental que encarna las corporalidades de un grupo de personas clave en la construcción de la memoria reciente de la ciudad de Monterrey y su área metropolitana: Los Gancheros, creadores del grafiti endémico de la ciudad.
Tabicones, una tele, música, spray, grafitis, son los elementos que se integran en una coreografía estupenda que, si bien cuenta la historia de un barrio de esa ciudad norteña, puede ser la de cualquier urbe de nuestro país o de buena parte del mundo.
La obra se concibe como una “danza documental” basada en relatos de la vida real, que busca visibilizar y resignificar el universo del “gancho”, un lenguaje gráfico que surgió a mediados de los años ochenta en el contexto de la cultura local y de las pandillas juveniles.
De acuerdo con el director y coreógrafo Ricardo Daniel Rodríguez, más allá de la percepción común del grafiti como un acto violento, esta coreografía invita al público a reconocer su importancia como una expresión vital en la historia reciente de Monterrey. “El objetivo es simplemente reconocer que estas identidades siguen siendo parte de nuestro día a día, y que existen de formas diversas, más allá de la connotación negativa”.
Estos son sólo dos botones de muestra del universo de opciones de danza que se presentan este mes en los espacios del Centro Cultural del Bosque, cuya amplia cartelera puede consultarse en las redes del INBAL. Todas son altamente recomendables para el público.
Viendo estos dos espectáculos me acordé del coreógrafo James Kelly quien explicaba: “El teatro se expresa con palabras, y cuando éstas ya no alcanzan, se canta, y cuando esto aún es insuficiente… se baila”.