Tal vez el compañero humorista Jabaz tenga razón (http://mile.io/2s5pGhl). Tal vez el AMLOve todo lo puede, pero la última vez que vi, no fue suficiente para darnos, a los mexicanos, una explicación clara de algunas preguntas acaso inquietantes pero sin duda pertinentes.
Primero está la entrevista radiofónica que tenía en sus extremos a José Cárdenas y a López Obrador. Como ha circulado mucho en las últimas semanas el posible apoyo de Elba Esther Gordillo a la causa de MORENA, el periodista le preguntó al dirigente político sobre el tema, y éste replicó: “No tengo alianza con la maestra Elba Esther Gordillo. Y ya no sigan calumniando ustedes, te lo digo con todo respeto. O sea, hagan un periodismo independiente, distante del poder, cercano al pueblo, y digan la verdad, Pepe”.
Cárdenas se encendió y tras agradecer con sorna las “clases de periodismo” dijo que no podía agradecerle las acusaciones de calumniador. “Eso sí no te lo puedo permitir, con todo respeto, como dices tú”. “Tómalo como quieras”, replicó el tabasqueño. Y más adelante le dice: “No inventes… No vueles”.
Semejante diálogo no podía terminar bien. “Adiós, que te vaya muy bien; y si no te va bien, también”, se despidió el periodista de su invitado.
López Obrador, tal vez molesto aún por el huevazo que recibió en uno de sus actos, le dijo a Carmen Aristegui que El Universal es un “pasquín del régimen”, y después de una serie de intercambios la calificó como una “mirona profesional”. Ella no se inmutó y siguió adelante con el intercambio, en el AMLO soltó las frases de siempre y eludió responder a las preguntas directas de Aristegui.
López Obrador tiene un largo historial de desencuentros con la prensa que no se pliega a sus condiciones. Lo que yo me pregunto a raíz de este y otros incidentes es qué está ocurriendo con el papel de los medios y cómo se puede encarar este problema.
Dicen que Internet y las redes sociales han atomizado el poder de los medios y han democratizado el acceso a la información. Yo creo que sí han vulnerado el papel protagónico de los medios, pero no han democratizado el acceso a la información: simplemente han dado un micrófono global a todo aquel que quiera contar sus verdades (o mentiras). Eso no es periodismo, pero le ha venido de perlas a personajes como Donald Trump, que ha hecho lo propio a The New York Times y The Washington Post.
Los nuevos políticos se parecen a los viejos merolicos, pero en vez de vender aceite de víbora para todo mal, venden futuros positivos. Estos diálogos de sordos no ayudan a nadie. ¿Será posible movernos hacia algo más sensato? Es pregunta.
horacio.salazar@milenio.com