Cultura

Los libros mueren solos

  • LUNES DE RAMOS
  • Los libros mueren solos
  • Heriberto Ramos Hernández

Tendría yo seis o siete años y recuerdo que mi bisabuela y mis tías andaban muy serias desde temprano, me atreví a preguntarles y sin más me soltaron la frase: “Se murió don Cirilo, el vecino”.

Por la noche caminamos media cuadra a la casa donde fue el velorio, y tanta tristeza vi allí que también me puse a llorar. 

Ese día supe que la gente moría, porque nadie de mi familia había muerto todavía.

Este recuerdo me asaltó la mente hoy ante la hoja en blanco. Pero esta columna trata de la muerte de los libros no de las personas.

¿Cómo mueren los libros? Nunca he visto morir un libro. No me refiero únicamente a las ideas o historias en su contenido, sino también al objeto de papel y de tinta que es su continente.

He visto libros que recién nacidos son presentados en sociedad por sus autores, me han contado amigos escritores sus ideas sobre sacar a la luz algún nuevo libro, y he visto en las librerías “de viejo” libros que rejuvenecen cuando despiertan el interés de un nuevo dueño.

Sé también qué significa escribir y publicar textos propios para luego dejar que solos se ganen la vida. 

He visto imágenes que dicen ser fotografías de pilas de libros quemados, prohibidos por algún régimen totalitario, pero nunca he visto personalmente una barbaridad así.

Tengo algunos libros que han pasado por mis primeros auxilios. Deshojados y deslomados que con algo de papel y cinta adhesiva regresaron ya como héroes de guerra a mi biblioteca.

Quizás no es que los libros sean inmortales, y solamente resultan más longevos que sus propietarios. 

Yo no he visto morir un libro, pero sí sé que el periódico es un lirio efímero que nace y muere cada día, y que las revistas son vistosas flores de fragancia quincenal.

Pocos hablan de la muerte de los libros, pues pareciera un tanto extraño hacerlo. Pero sobre su extinción sí hay mucha tinta.

Debe ser ofensivo que te digan tecnología obsoleta, y bien visto es singular que para oír música ya nadie use discos compactos, pero para leer sigamos usando el libro físico. Nos vemos pues en la FIL Guadalajara.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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