Ya es un meme.
No tan famoso como el del perro fortachón de antes versus el perro miedoso de ahora; o el de la rubia histérica acusando a un cínico gato blanco.
Pero sí circula en redes, digamos, una fotografía de una consola Atari o de un cartucho Betamax con la advertencia “Si reconoces este objeto estás en un grupo de alto riesgo Covid-19”
Es cierto. Especialmente en Tecnología donde la velocidad del cambio aumenta exponencialmente según la Ley de Moore.
Hay aparatos que jamás utilizaste si eres menor de 50 años.
Las palabras también son aparatos. Artefactos que sirven para comunicar y trasladar ideas de un lado a otro.
El lenguaje es una poderosa tecnología social que es convencional y siempre mutante.
El significado de las palabras cambia con el tiempo según sean utilizadas por las personas. Se les llama anacronismos a aquellas que ya carecen de sentido en los tiempos actuales.
Por ejemplo Discoteca, ¿Qué es? ¿Un museo de discos? ¿Qué es un disco?
Cuando la música y las imágenes dejaron de necesitar átomos para moverse muchas palabras se vaciaron de significado. “rollo fotográfico” “videoclub” “videocasetera” “compact disc”
Un error que podemos cometer es la falacia etimológica. Creer que el significado de una palabra es el mismo siempre.
Cuando Cervantes narra las “fechorías” del Quijote se refiere a sus hazañas y no a malas acciones como pudiéramos pensar ahora.
Los autos ya no son convertibles, ahora son descapotables.
Antes de Facebook y Twitter, redes sociales era un término que sólo usaban los sociólogos y economistas para identificar colectivos específicos con estrechos vínculos de ayuda y de supervivencia comunitaria.
Así, el lenguaje cambia naturalmente. Por eso nunca conviene forzarlo y presionarlo con modas de corrección política o con agendas reivindicativas.
Tan claro como le dijo Mario Vargas Llosa al periodista Jorge Ramos.