Ingenuos son, por ejemplo, quienes cuando el mercado de inversiones otorga una rentabilidad anual promedio del cuatro al ocho por ciento, creen que es posible y seguro duplicar su capital invirtiendo en instrumentos o fondos domiciliados en alguna diminuta isla caribeña.
O quienes apuestan en vehículos financieros tan exóticos que nunca podría alguien calibrar la magnitud del riesgo que conllevan.
El asunto de la ingenuidad da para mucho, por ejemplo la eterna discusión sobre el riesgo moral, donde los bancos y otros intermediarios financieros se involucran en opacidades y toman riesgos excesivos, pues siempre tendrán un papá Gobierno dispuesto a rescatarlos con dinero de los contribuyentes.
Pero no es el único aspecto sobre la regulación bancaria. Recuerdo aquella ley estadounidense llamada Glass-Steagall, vigente por mas de 60 años y derogada en 1999.
Esta ley fue una de las regulaciones bancarias más importante jamás aprobada, ya que prohibió que cualquier banco comercial comprometiera en actividades de inversión especulativa los depósitos de sus clientes.
También es ingenuo pensar que los bancos darán más crédito al sector productivo mexicano solamente por recomendaciones del gobierno.
Actualmente los principales bancos que operan en México no necesitan prestarle a las empresas para ganar dinero.
La mitad de sus utilidades son producto de las más de mil comisiones que cobran y otras fuentes de rentabilidad son los créditos hipotecarios y los excesivos intereses en tarjetas de crédito.
Además, como el banco paga al pequeño y mediano ahorrador un interés menor al rendimiento que obtiene del gobierno con los Cetes, pues intermediar depósitos así, y ganar dinero, siempre será más cómodo que desarrollar una estructura necesaria y suficiente, para por ejemplo financiar a las Pymes.
Y no, no traigo el discurso de satanizar banqueros. Simplemente afirmo que la estructura actual de incentivos en el sistema financiero mexicano debe ser repensada para aumentar su participación en el crecimiento económico y en la creación de riqueza.