Todos en la comentocracia conocen a Francis Fukuyama, o por lo menos presumen haber leído y criticado su libro “El fin de la historia y el último hombre” donde en 1992 el autor afirmó que la lucha entre ideologías había terminado con un rotundo triunfo de la democracia liberal.
La democracia liberal no ha triunfado y hoy peligra bajo el asalto de líderes populistas. Pero ese será tema de otra columna. Ahora quiero escribir sobre un libro mucho menos conocido de Fukuyama.
Se llama “La construcción del Estado” y su planteamiento es sencillo:
El Estado es un entramado de instituciones que fueron creadas y funcionan bajo el consentimiento colectivo y que poseen la potestad y la autoridad para establecer y hacer cumplir las normas que regulan el funcionamiento de una sociedad.
Hasta aquí vamos con la definición clásica, pero Fukuyama introduce dos dimensiones clave para medir los resultados que entrega el gobierno que detenta el poder de un Estado.
Una dimensión es la capacidad organizacional para cumplir estos objetivos fundamentales que son su razón de existir:
Defensa, ley y orden, seguridad de las personas, protección de los derechos de propiedad, estabilidad económica, educación y salud.
La otra dimensión es el alcance del Estado para cumplir objetivos adicionales a los anteriores, por ejemplo: redistribución de activos, fomento a ciertos sectores industriales, subsidios dirigidos, seguros y pensiones.
Entonces hay Estados (países) fracasados que no tienen la capacidad económica ni organizacional para cumplir sus propósitos fundamentales.
Hay también Estados de bienestar, los países nórdicos por ejemplo, que cumplen con propósitos fundamentales y tienen además un amplio alcance social.
Pero existe también un nuevo animal: los países donde el poder político está destruyendo instituciones y desechando la pericia de sus servidores público de carrera.
Donde el Gobierno luce ausente ante el crimen y el vandalismo, dejando inermes a sus ciudadanos mientras dedica carretadas de dinero a programas que inflan el poder presidencial.