La revocación o ratificación de mandato en 2022 es un ejercicio político democrático, sin duda, pero también una elección ociosa cuando los niveles de aprobación del Presidente rebasan en cualquier encuesta el 60 por ciento.
Será un ejercicio costoso, no solo en términos de recursos, sino de acuerdo político, pues ha sido fuente de serios conflictos con la oposición y entre los diputados y el consejo general del INE, por haberlos dejado sin presupuesto para realizarlo.
El caso, además, llegará a la Corte, pues el mismo consejero presidente, Lorenzo Córdova, ha dejado claro que actuarán con los recursos jurídicos a su alcance, entre ellos está, aunque él no lo haya dicho expresamente, una acción de inconstitucionalidad.
¿Cuál es la lógica entonces detrás de la decisión del Presidente para empecinarse en llevar a cabo un proceso tan complejo y polémico? Hay una posible explicación, que para un partido-movimiento como Morena, el mantener a sus cuadros en la calle recolectando firmas y cuidando el proceso de revocación implica un ejercicio que permite que sus militantes y dirigentes no relajen su acción ni compromiso.
Una estrategia similar a la ejercida por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, que siempre ha encontrado en la movilización el elemento que la aglutina y mantiene vivo el compromiso de los maestros. Así, la revocación no solo cumple con un compromiso de campaña de López Obrador, sino que de paso aceita la maquinaria de su partido-movimiento rumbo a los próximos procesos electorales. Solo así se entiende esa tozudez para sacar adelante un proceso tan lleno de obstáculos.
En las seis semanas que tiene Morena de plazo para reunir las firmas exigidas, debe convencer cada día a 60 mil ciudadanos que permitan tomarles una foto en vivo, obtener copia de su credencial de elector y su firma. Y digo a Morena porque si bien los partidos no pueden involucrarse, en los hechos hay cientos de organizaciones de la “sociedad civil” que lo están haciendo, como parte de los 22 mil 149 ciudadanos autorizados para la recolección.
La tarea es titánica. Se necesita convencer a 2 millones 700 mil ciudadanos y ciudadanas, lo que equivale a 3 por ciento de la lista nominal de electores, pero para que el INE emita la convocatoria, electores y electoras de por lo menos 17 estados tendrán que firmar la solicitud y cuyas firmas equivalgan a 3 por ciento de la lista de cada estado…
Si Morena consigue esa movilización nacional, lo más probable, la revocación de mandato aún enfrenta otro obstáculo: que el INE acepte hacerla.
Ante el recorte de 5 mil millones al presupuesto del INE, Córdova advirtió que no pondrán “en riesgo otros derechos políticos de la ciudadanía, derechos laborales del personal del INE ni actividades sustanciales”.
“Si en algún momento un posible ejercicio de Revocación de Mandato está en entredicho, esto no es responsabilidad del @INEMexico, sino de quienes tienen la obligación de proveer los recursos presupuestales suficientes para llevar a cabo dicho proceso”.
Así que para la revocación (ratificación) aún hay mucho camino por andar y mucha tinta que recorrer.
Héctor Zamarrón
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