Negocios

Recetas que envejecen sin usarse

  • Economía empática
  • Recetas que envejecen sin usarse
  • Héctor Farina Ojeda

Cada vez que algún organismo internacional dice que las economías latinoamericanas necesitan dinamismo, impulso o renovación, seguramente millones de personas sienten que se trata de recetas viejas, de soluciones que se oyen desde hace décadas sin que eso se haya traducido en hechos. Como si las recetas de la abuela se guardaran en el baúl de los recuerdos y envejecieran sin haberlas usado: así suenan muchas ideas buenas que nunca se concretan en una América Latina que vive al borde del abismo, siempre al límite, siempre al filo de una crisis que detone otra y que termine en caos.

Precisamente, hace unos días llegó una nueva advertencia del Banco Mundial: Latinoamérica necesita dinamizar sus economías para poder enfrentar la pobreza y disminuir el descontento social. Las recomendaciones apuntan a reformas que se concentren en la calidad educativa, la falta de competencia, la escasa inversión en infraestructura y la debilidad de los sistemas de innovación. Chocolate por la noticia. Y no es que no sea cierto lo que dice el organismo, sino que se ha dicho tantas veces que parece ya no tener sentido. Es como si en la televisión nos dijeran siempre que va a llover, y después de llovido alguien nos dice que hay que prevenir. Pero nos seguimos inundando.

En 1999 el ex rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, publicó un libro titulado La tragedia educativa. Veinte años después le preguntaron si volvería a escribir otro libro similar y respondió que no hacía falta porque “nada había cambiado”. La tragedia continuaba y con ella todos los males que vienen en consecuencia. En 2010 el periodista Andrés Oppenheimer publicó ¡Basta de historias!, un libro en el que describía a gobiernos latinoamericanos obsesionados con el pasado y que no miraban hacia el futuro. ¿Hemos cambiado la mirada?

En este contexto de urgencias, una de las grandes preguntas es por qué las ideas que pueden servir para mejorar la educación, fortalecer la economía y beneficiar a la gente no son aplicadas. Hace algún tiempo le pregunté esto mismo al Dr. Benjamín Fernández Bogado, un estudioso de la educación y su potencial para el desarrollo de las sociedades, y me dijo que en América Latina tenemos democracias adolescentes, que no tienen la madurez suficiente para tomar las decisiones para el mediano y largo plazo, que hay reticencia al cambio y que todo se piensa en función del efecto a corto plazo.

Lo de la calidad educativa, lo de invertir en innovación, en ciencia y tecnología, en mejorar el capital humano y lo de buscar formas de impulsar el crecimiento y la distribución no son novedades. Pero cada vez se parecen más a un recetario de oportunidades perdidas, a fórmulas que envejecen al mismo tiempo que el futuro se aleja y el pasado aprieta. El futuro no es un recetario que hay que ignorar sino una acción presente, transformadora, que impulse. Esa acción debería comenzar con la educación, seguir con la educación y continuar con la educación. Lo demás vendrá por añadidura.


Google news logo
Síguenos en
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.