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Desconcentrar la riqueza o padecer

  • Economía empática
  • Desconcentrar la riqueza o padecer
  • Héctor Farina Ojeda

Uno de los grandes retos en el tiempo que vivimos es reinventar el escenario actual en el cual hay una concentración de la riqueza en pocas manos y una enorme desigualdad.

Lo dijo hace algunos días el sociólogo español Manuel Castells, en una conferencia magistral en la que habló de los retos del Siglo XXI: las grandes corporaciones tecnológicas concentran la riqueza y la distribuyen, lo que abona a la desigualdad y a la exclusión social. Esta afirmación adquiere una especial relevancia en nuestro contexto latinoamericano: en el subcontinente más desigual del mundo, con países arrasados por la pandemia y la crisis de la economía, así como con una población empobrecida que tiene problemas de acceso a la educación, la salud y el empleo.

Cuando Castells, uno de los estudiosos más importantes del funcionamiento de las sociedades en la actualidad, menciona que las grandes corporaciones tecnológicas son la que más riqueza acumulan y las que menos impuestos pagan -o incluso no pagan-, pone el dedo en la llaga de una América Latina rica pero empobrecida, desigual e injusta, con grandes fortunas que se hacen a la luz de la pobreza de millones de personas, al mismo tiempo que los más acaudalados son los que menos impuestos pagan, los que menos contribuyen al sostenimiento de lo colectivo. En este lado del mundo la discusión sobre quién debe pagar impuestos es vieja y estéril. Que las corporaciones ahora sean tecnológicas es lo único nuevo; en realidad se suman a una situación que ya conocíamos.

Pero no sólo estamos ante la concentración de la riqueza sino ante la concentración del poder político y económico en un contexto de desigualdad creciente. Las grandes ciudades, las metrópolis y magalópolis, contribuyen al modelo de exclusión al concentrar la producción de riqueza y excluir a millones de personas que no encuentran una oportunidad. El 80 por ciento de la población latinoamericana vive en zonas urbanas, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal); y en este contexto crecen las franjas de pobreza y miseria, las favelas o villas de emergencia, los asentamientos precarios que pueden verse prácticamente en la periferia de cualquiera de nuestras grandes ciudades.

Los retos que plantea Castells son gigantescos: enfrentar la concentración de la riqueza y el poder político, disminuir la desigualdad y actuar frente al cambio climático. Y todo esto debemos pensarlo desde una pandemia, desde la profundización de la pobreza y la desigualdad, desde el malestar de países con sistemas de salud sobrepasados y desde el descreimiento hacia las instituciones, hacia los gobernantes y los políticos.

Hay que reinventar el entorno y reinventarnos, eso es lo primero. El cómo lo haremos seguramente es lo más complejo que nos toca definir. Pero lo cierto es que no podemos continuar con modelos que fabrican pobreza y desigualdad, exclusión y precariedad, miserias que se incuban en las afueras de los centros de riqueza. Es tiempo de reflexión, inteligencia, planificación y reinvención.

Héctor Farina Ojeda


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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