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Desaceleraciones y turbulencias

  • Economía empática
  • Desaceleraciones y turbulencias
  • Héctor Farina Ojeda

La advertencia del Fondo Monetario Internacional (FMI) más que dejavú parece de manual de malestares cíclicos: la economía mexicana tendrá una desaceleración en los próximos trimestres debido a una serie de factores, entre los que se destacan los problemas de la economía de Estados Unidos -bajo amenaza de recesión-, los elevados niveles de inflación y los efectos adversos de la guerra entre Rusia y Ucrania. Pero, como lado favorable, el organismo dice que hay condiciones para enfrentar la turbulencia pese a los precios y al freno en el avance de la economía.

Ni la desaceleración ni la turbulencia ni la crisis son desconocidas para México ni para cualquier economía latinoamericana. Así como las crisis se han vuelto tan cíclicas que a menudo las fronteras entre una y otra se vuelven difusas, también hay cuestiones acostumbradas en la cotidianidad económica. Uno de esos problemas recurrentes y no resueltos es el del crecimiento insuficiente, acompañado siempre de una desigual distribución de la riqueza. En las últimas cuatro décadas el crecimiento promedio de la economía mexicana apenas ha superado el dos por ciento anual, pese a las estrategias, pese a los intentos, pese a hacer bien los deberes y pese a ser la segunda economía más grande de América Latina.

La perspectiva del FMI dice que el país enfrentará una desaceleración justo en el momento en el que el nivel de precios es el más alto en los últimos 20 años: la inflación en el mes de septiembre fue de 8.7 por ciento a tasa anual, en tanto los pronósticos dicen que a finales del año se podría superar la barrera del 10 por ciento. En palabras sencillas: el crecimiento económico se hace más lento, los precios siguen subiendo, la recuperación de la crisis de la pandemia se demora y se mantiene la necesidad de seguir con los cinturones apretados. Y todo esto en el contexto de la salida de una doble crisis: la sanitaria y la económica.

Pero más allá de este complicado momento de precios altos, de desaceleraciones y turbulencias, el gran reto es cómo enfrentar un camino de recuperaciones que debe corregir muchos de los males de antaño. Imaginen a nuestras economías latinoamericanas desiguales, con altos índices de pobreza, con precariedad laboral, con rezago educativo y con grandes carencias sociales. Imaginen que más allá de superar una turbulencia momentánea -como tantas que hemos vivido- hay que superar la gran turbulencia de vivir siempre en crisis, siempre en la pobreza, siempre en la desigualdad.

Aunque la turbulencia, la desaceleración y los precios altos sean una señal de advertencia, hay problemas de fondo que deben atenderse como prioridad: desde mejorar la calidad educativa hasta cimentar las bases para que la economía sea más competitiva, innovadora, creativa y equitativa. El mundo es digital, la riqueza está en el conocimiento, la innovación es una necesidad constante y la gente necesita estar preparada para ajustarse a la transición al futuro en lugar de estar siempre ajustándose el cinturón.

Por Héctor Farina Ojeda


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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