Si espera un puñado de carreras emocionantes que involucren a dos de los fabricantes de automóviles más conocidos del mundo, puede que se sienta decepcionado. No es que no estén en la película, incluso en grandes cantidades pero espaciadas a lo largo de la narración, pero éste no es el foco principal de la película. En su nuevo trabajo, el director James Mangold está más interesado en examinar el automovilismo detrás de escena para separar los negocios del deporte en sí.
Ford y Ferrari son compañías icónicas: la primera por ser la pionera en la producción de automóviles en serie, la segunda por el prestigio de las numerosas carreras en las que ha participado (y ganado). Ambos son líderes en sus respectivos campos, pero necesitan ir más allá: éste es siempre el mantra en el mundo de los negocios. Tanto Ferrari necesita inversión, mientras que Ford anhela el glamour y el atractivo sexual de la competencia.
Es a partir de este esfuerzo por ampliar la percepción de su marca que nace la empresa que da como resultado la creación de un nuevo equipo de carreras, dirigido por Carroll Shelby (Matt Damon). El salto del gato no está exactamente en la representación corporativa de la película, con sus muchos intereses en conflicto, sino en el enfoque audaz del guion para abrir el contraste entre la industria y el deporte, tomando una posición muy clara: la de trabajar en el equipo.
La cinta reafirma esta realidad en el sector automotriz, pero al mismo tiempo defienden incisivamente al equipo creativo contra el abuso corporativo, cometido por aquellos que no entienden el área en sí. Es decir, la ética y los valores humanos están por encima de los números y las acciones de marketing, a pesar de que no tienen la misma fortaleza en el equilibrio corporativo.
No es sorprendente que otra audacia del guión sea predicar que incluso con Ford pagando los costos del nuevo equipo de carreras, hay una inmensa fascinación por el competidor Ferrari: pequeño en tamaño, mucho más apasionado. Es suficiente observar la actitud de Enzo Ferrari hacia su equipo y la mirada respetuosa de los competidores, sin necesidad de palabras, en detrimento del comportamiento desinteresado de los gerentes de Ford.
También es una película muy competente sobre la pasión por el automovilismo, representada aquí por el brillante y genial personaje de Christian Bale. Carismático por su postura y actitud expansiva, Bale es, con mucho, el mejor del elenco.