Política

Encuestas y el “efecto Managua”

  • Laberinto de la legalidad
  • Encuestas y el “efecto Managua”
  • Guillermo Raúl Zepeda Lecuona

Las encuestas siguen marcando una notoria ventaja de Claudia Sheinbaum de más de 20 puntos sobre Xóchitl Gálvez, en las preferencias rumbo a la elección presidencial. Actualmente se registra una guerra de encuestas, en las que hay resultados sospechosamente contradictorios que denota la posibilidad de que algunas sean encuestas bajo pedido. Pero aún las encuestas más acreditadas muestran una diferencia abismal, otorgando más de 60% de las preferencias a la precandidata única de Morena.

Parece que las críticas ante la inexistencia o falta de resultados de las políticas públicas del gobierno federal, así como a los exabruptos presidenciales, escándalos de corrupción y las iniciativas que evidentemente buscan minar la fortaleza de las instituciones, no reducen significativamente la aprobación presidencial. Ni los eventos, acciones y posicionamientos opositores logran incrementar las preferencias por Xóchitl Gálvez.

Los vilipendios del presidente a la clase media, que fue clave en el triunfo de Andrés Manuel López Obrador, ni el estancamiento económico en los sectores medios tampoco se han reflejado en una reducción de la brecha entre la candidata oficial y la opositora.

Además de que faltan más cuatro meses para el día de la elección, hay algunos datos de las encuestas que hay que considerar: la proporción de quienes manifiestan que no van a votar o que no están seguros de si lo harán, sigue siendo muy significativa: 33% (Mitofsky, diciembre de 2023); así como los que van a votar y no manifiestan por qué partido o coalición lo harán: 18% (ídem). La diferencia entre quienes quieren que Morena siga gobernando, y los que quieren un cambio de partido es apenas del 10% (Ídem).

Cada vez con más frecuencia queda evidenciado que las encuestas no tienen palabra de honor. Cuando los resultados han sido contrarios a los previstos por las encuestas, los técnicos revisan estupefactos sus cálculos y ponderaciones sin encontrar la explicación. Este margen de error, más allá del estadístico, se debe a algo que desde hace tres décadas se conoce como “el efecto Managua”, refiriéndose a la primera vez que ocurrió un revés inaudito a las encuestas, en las elecciones Nicaragüenses de 1990.

Todavía a unos días antes de la elección del 25 de febrero de 1990, las encuestas daban una ventaja de más de dos dígitos al presidente Daniel Ortega que buscaba reelegirse, frente a Violeta Chamorro de la Unión Nacional Opositora (UNO). En las elecciones ganó la UNO por casi 15% con 54.7% de los sufragios contra 40% de Daniel Ortega.

Desde entonces, en Latinoamérica, Europa del Este y en otras elecciones en las que la oposición es hostigada por los gobernantes y sus estructuras partidarias o dónde se usa la estructura del Estado para espiar, intimidar o perseguir opositores, se desarrolla el incentivo para que algunos electores, teman que su preferencia política sea observada o detectada y les provoque represalias o perder beneficios, por lo que omiten o falsean su declaración en la encuesta, votando en forma distinta a la manifestada. Así que todavía falta un arduo camino en este proceso electoral.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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